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Opinión y Análisis

Las 10 estrategias de manipulación mediática

Las 10 estrategias de manipulación mediática

No viene mal, en los tiempos en que vivimos, recordar a Noam Chomsky y sus diez estrategias de manipulación mediática.

1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el ordenante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá a mejor mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discursos, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional y el sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de modo que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto.

9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución.

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

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Noam Chomsky

Crisis y servicios sociales

Crisis y servicios sociales

Los servicios sociales son el paraguas del Estado de bienestar para dar protección a las personas más vulnerables. Gestionan servicios y prestaciones para cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos. Siempre, pero especialmente en épocas de crisis resultan fundamentales para evitar que un mayor número de familias se deslicen hacia la pobreza y la marginalidad social.

Con la crisis, la demanda de ayuda ha aumentando, sin que se hayan tomado medidas para reforzar los servicios, por el contrario, se recortan recursos. Los centros están colapsados, son incapaces de atender la creciente demanda de personas que acuden en busca de apoyo para poder alimentar a su familia o pagar el alquiler. Las listas de espera aumentan, los tiempos para ser atendido o cobrar prestaciones se alargan, las condiciones para su acceso se endurecen.

¿De qué sirven las leyes y normativas de protección social, si la ayuda no llega cuando hacen falta? Estos ciudadanos también tienen derechos. Están en situaciones de extrema precariedad, si no se les da respuesta rápida y efectiva generarán importantes bolsas de exclusión social.

Si hablamos de justicia social, esto hoy, es inaceptable. Los recursos existen, 7.551 millones de euros ha dedicado el Estado al saneamiento de los bancos. Los beneficios de las empresas del Ibex 35 siguen creciendo, también las ganancias de las firmas de lujo y más de 244.000 millones se podrían conseguir según los técnicos de Hacienda combatiendo el fraude fiscal y la economía sumergida.

Dinero hay. En la forma en la que se reparte está la clave. Dedicar más dinero a los que más lo necesitan es básico. No podemos dejar en la cuneta a miles de familias, cada vez más empobrecidas, cada vez más vulnerables.

Los sistemas de protección hoy más que nunca son necesarios y deben funcionar, dando una respuesta adecuada que permita vivir dignamente a las personas.

MERCEDES LAFUENTE GRACIA El País.

La reforma de la Seguridad Social

La reforma de la Seguridad Social

La reforma de la Seguridad Social, especialmente de la pensión de jubilación, se había convertido en una obligación ineludible. A las consabidas motivaciones demográficas derivadas del progresivo descenso de la población activa y el correlativo incremento del número de pensionistas se había unido últimamente la crisis económica.

El descenso en los ingresos públicos y el fuerte aumento del gasto habían intensificado los temores acerca de la viabilidad del sistema público de Seguridad Social. A ello hay que unir la intensa presión internacional para que el Gobierno acometiera las reformas precisas para asegurar la sostenibilidad del Estado. Pero la impopularidad de la medida había ido retrasando su aprobación, pendiente de intensas negociaciones. Finalmente, la norma fue aprobada en agosto.

Lo primero que llama la atención es la complejidad de su vigencia, que sin duda va a ser fuente de confusiones. Aunque la mayor parte de la norma prevé su entrada en vigor en enero de 2013, algunos de sus preceptos resultan ya aplicables, mientras que otros no lo serán hasta 2014. De muchas medidas solo está previsto su estudio o un futuro proyecto de ley, es el caso de la posibilidad de computar el servicio militar a efectos de prestaciones.

Existen largos periodos de transición para la exigencia de muchos de sus requisitos. No será hasta 2027 cuando serán plenamente aplicables los relativos a la jubilación. Se intenta con ello evitar el descontento social que hubiera provocado una aplicación inmediata. No cabe duda de que la elevación de la edad de jubilación a los 67 años, el aumento del número de años para su cálculo y del periodo de tiempo necesario para acceder a un 100% de la misma son medidas dolorosas para la sociedad; pero la situación económica y social las han convertido en inevitables.

Así lo afirma, al menos, el legislador. Partiendo de las recomendaciones del Pacto de Toledo y el acuerdo suscrito en febrero con los interlocutores sociales, justifica la norma como una respuesta eficaz a los nuevos desafíos con la finalidad de estar en condiciones de mantener la cobertura protectora de los riesgos sociales dentro de un sistema de Seguridad Social financieramente estable y sólido que garantice a las generaciones futuras prestaciones sociales suficientes.

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No quieren trabajadores, quieren esclavos

No quieren trabajadores, quieren esclavos

La reciente reforma de la Constitución para incorporar un techo al endeudamiento del Estado ha hecho pasar sin apenas repercusión el último recorte del Gobierno a los derechos de los trabajadores. Me refiero a la supresión del límite al encadenamiento de contratos temporales y al nuevo contrato de formación y aprendizaje para jóvenes desempleados.

La crisis económica que arrastramos desde 2008 ha generado casi cinco millones de parados; gente que queriendo trabajar no puede y carece de recursos para vivir. Una situación especialmente grave en nuestros jóvenes, la mitad de ellos en el desempleo pese a su excelente cualificación. Los empresarios (que antes que crear riqueza para el país la crean para ellos, no lo olvidemos) se aprovechan y reclaman más y más facilidades para contratar (lo llaman flexibilidad del mercado laboral), que traducido al lenguaje de la calle quiere decir que hay que recortar derechos a los trabajadores para, por ejemplo, que sea más fácil y barato despedir.

Este Gobierno no es que les haya hecho caso, es que ha hecho de palmero y ha llevado a cabo el mayor recorte de derechos laborales de nuestra democracia (derechos que ni cayeron del cielo ni nos regalaron; se consiguieron con años de lucha), y ni aún así se crea empleo. Verán, el pasado mes de agosto se registraron 1.161.303 contratos, de los que 995.185 (93,77%) fueron temporales y 66.113 (6,23%) indefinidos. Un ejemplo de precariedad. Me irrita escuchar a políticos y economistas decir que ha disminuido el gasto de las familias y que eso dificulta el despegue de la actividad económica. ¿Y qué quieren? La gente no tiene trabajo, muchos de los que lo tienen es temporal, y quien es trabajador indefinido vive en la inseguridad de si podrá mantenerlo. ¿Les extraña que la gente no gaste por lo que pueda pasar?

El Gobierno asegura que las dos medidas aprobadas de las que les he hablado en las primeras líneas de esta columna van a generar empleo. Lo dudo, pero es que el empleo que puede generar es de tan pésima calidad que no puede considerarse tal. Hasta ahora, un trabajador temporal pasaba a fijo al cabo de dos años contratado por la misma empresa. Desde ahora, ya no tendrá esa limitación. El ministro de Trabajo dice que han tenido que tomar esa decisión porque poner límites a la temporalidad no fomenta la contratación indefinida sino el desempleo. El reconocimiento de algo que han negado durante años, que cuando un trabajador agota los dos años como temporal la empresa lo despide sin más y contrata a otro. Una fórmula perfecta para tener trabajadores sumisos, dispuestos a aceptar las condiciones que les impongan con tal de hacerse merecedor de tener un trabajo estable algún día.

El temporal despedido se va al paro (gasto para la Administración) y es sustituido por otro temporal que cuando cumpla el mismo plazo seguirá el mismo camino, en una rotación permanente. En consecuencia, dos trabajadores jodidos por la incertidumbre de su futuro, la constatación de que a la empresa le da lo mismo su esfuerzo, y encadenamiento de parados. Con la reforma, el empresario no tendrá necesidad de despedir a sus temporales de crianza (24 meses) y podrá agravar la sensación de inseguridad de sus curritos con más temporalidad. El Estado, por su parte, se ahorrará una pasta en desempleo –me parece que éste y no otro es el objetivo de la reforma- porque la rotación de dos parados genera más gasto que un único parado de larga duración, al que se le acaba la prestación a los 24 meses, si es que antes ha cotizado durante 6 años.

La segunda medida, el nuevo contrato para la formación y el aprendizaje para jóvenes desempleados, supone que nuestros hijos pueden ser becarios hasta los 30 años; una edad a la que deberían tener estabilidad laboral para poder diseñar un proyecto de vida. Además, las empresas que se acojan a este contrato quedarán exentas de pagar el 100% de las cuotas a la Seguridad Social, que el Estado deja de ingresar. Con estas nuevas facilidades para los "creadores" de empleo les voy a diseñar el futuro laboral de nuestros jóvenes: contrato de formación hasta los 30 años; a continuación contrato temporal hasta que me lo permitan, y cuando se acabe éste, a la puta calle. Y vuelta a empezar con el siguiente.  

Dice el ministro y portavoz del Gobierno, José Blanco, que este contrato “ofrece un presente y un futuro” a nuestros jóvenes. Lo que calla es que ese futuro no es el de un trabajador, sino el de un esclavo.

Carlos Fonseca para El Confidencial

Las siete maravillas de la economía española

Las siete maravillas de la economía española

Uno. España es el país de Europa con más paro: el 20,2% de la población activa, el doble de la media de la UE. Es una anormalidad absoluta dentro del primer mundo. Es una tasa de desempleo similar a la de Mozambique (21%), Sudán (19%) o Iraq (19%).

Dos. Antes de que llegase la crisis, España era el país con mayor porcentaje de contratos temporales de toda la UE; al igual que el actual paro, la temporalidad también doblaba la media europea.

Tres. España es el país con más billetes de 500 euros de toda la UE: uno de cada cuatro está aquí. El 65% del dinero que circula en España está en billetes de 500. Las cifras apenas han bajado tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y aún suman 52.244 millones de euros. Un altísimo porcentaje de este dinero no se declara y deja al año un fraude fiscal de unos 16.000 millones. Somos medalla de bronce en economía sumergida de toda la UE con una tasa cercana al 20% del PIB; sólo nos ganan Italia y Grecia.

Cuatro. Los altos directivos españoles son los mejores pagados de Europa. En 2009, en el peor año de la crisis, sus sueldos crecieron un 15%: los altos cargos de las empresa del Ibex 35 ganaron un millón de euros de media. Un jefazo de Telefónica cobra igual que 103,5 de sus trabajadores juntos.

Cinco. El salario medio en España es de 21.500 euros brutos anuales: la mitad que en Alemania, Holanda o Reino Unido. Es una media engañosa: el 63% de los españoles es mileurista o algo peor. España es uno de los países de la UE-15 con mayor desigualdad económica, sólo por detrás de Portugal. La tasa de pobreza es del 20,8%, también de las más altas de la UE.

Seis. España es el único país de entre los 30 más prósperos del mundo cuyo salario medio real no creció en los años buenos. Entre 1995 y 2005, el salario medio real de los españoles perdió un 4% de poder adquisitivo; entre 1999 y 2006, los beneficios empresariales crecieron un 73%.

Siete. España es el único lugar conocido donde los autónomos y pequeños y medianos empresarios que pagan por módulos declaran, de media, menos ingresos anuales que los trabajadores y los pensionistas.

Ignacio Escolar

El retraso en la edad de la jubilación

El retraso en la edad de la jubilación

Durante los últimos 30 años se ha venido hablando constantemente de la reforma de la Seguridad Social, si bien ahora se plantea desde el Gobierno el retraso de la edad de jubilación a los 67 años como única alternativa posible a la quiebra económica del sistema.

En primer lugar, tengo serias dudas acerca de si quienes desempeñan una profesión sufriendo las inclemencias del tiempo, las penurias del esfuerzo físico o los rigores del trabajo a turnos serán materialmente capaces de desempeñar su profesión hasta los 67 años con el rendimiento y la productividad exigidas por una economía cada vez más competitiva.

Por otro lado, el 31 de diciembre de 2009 había en España, según datos del Servicio Público de Empleo Estatal, 526.468 parados mayores de 55 años, para quienes la probabilidad de encontrar trabajo es prácticamente inexistente y para quienes el retraso de la edad de jubilación supone el alargamiento de la situación de desempleo.

Desde el Gobierno se aduce como razón para defender el retraso de la edad de jubilación que la natalidad decae y la esperanza de vida es cada vez mayor, de manera que a medio plazo no existirán suficientes cotizantes como para sostener financieramente el gasto en pensiones. Entiendo que este razonamiento es engañoso por diversas razones.

Respecto a la caída de la natalidad, según las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística, en 1998, cuando también se hablaba de la quiebra económica de la Seguridad Social, la relación entre nacimientos y defunciones en España era del 0,011%. Bastaron unos cuantos años consecutivos de bonanza económica para que esa relación llegase al 0,289% en 2008, el año en que estalla la actual crisis. Pero al incremento de los nacimientos debe añadirse la inmigración, de manera que la población española creció en esos 10 años desde 39.852.651 a 46.157.822 habitantes.

Igualmente, el número de trabajadores afiliados en España ascendió desde unos raquíticos 13 millones y medio en 1998 (el 33,87% de la población total) a más de 19 millones en 2008 (41,16% de la población total). Si, como acabamos de ver, tenemos en cuenta el enorme crecimiento de la población española en ese decenio, el crecimiento porcentual de la población activa es especialmente esclarecedor de la capacidad que puede llegar a tener la economía española para generar puestos de trabajo.

Finalmente, no estoy de acuerdo con que la viabilidad del sistema deba juzgarse exclusivamente desde el punto de vista de la relación entre cotizantes y pensionistas. En muchos países de nuestro entorno la Seguridad Social se financia total o parcialmente con impuestos y lo mismo puede hacerse en España. Ello no quiere decir que deban subirse los impuestos, sino que se trata de establecer prioridades políticas de gasto. Si estamos de acuerdo en considerar la Seguridad Social como un gran logro social, prioricemos el mantenimiento de sus prestaciones.

En definitiva, pese a lo que nos digan, no estamos ante un problema matemático en el que solo cabe una solución, sino que estamos ante un problema político en el que caben distintas soluciones, que dependerán de las prioridades que se establezcan por los gobernantes.

José Andrés Álvarez Patallo. Letrado de la Administración de la Seguridad Social y colaborador de Quantor Social

Cinco Dias

Año tenebroso a la vista

Año tenebroso a la vista

Se inicia el nuevo año con un torrente de subidas de precios y tarifas encabezadas por la de la electricidad con un diez por ciento que se suma a la del ocho por ciento del año recién terminado, en ambos casos muy por encima del IPC. Un Gobierno desacreditado y en caída libre ha optado, otra vez, por no enfrentar decididamente un problema complejo pero resoluble pero en el que ha de luchar con poderosos intereses como son los de las eléctricas. Está pendiente la gran cuestión de ver, de una vez y cómo han señalado voces autorizadas, qué hay de verdad en ese famoso déficit multimillonario de tarifa. Algo extraño hay cuando esas compañías oligopolistas siguen con multimillonarios beneficios, con sueldos disparatados a sus máximos ejecutivos y con parte importante del sector (hidroeléctricas y nucleares) con inversiones superamortizadas. El Gobierno ha tenido siete años para resolver este asunto. No lo ha hecho y opta, una vez más, por lo más fácil aunque peor socialmente.

El año se cierra con una inflación cercana al tres por ciento. ¿Nos acercamos a la muy temida situación de estancamiento con inflación? Hoy parece poco probable aunque las subidas recién aprobadas no tranquilizan. En cualquier caso, un repunte inflacionista supone pérdida de la competitividad, algo decisivo de cara a la exportación, tan mentada últimamente como bálsamo para todos nuestros males. Repunte inflacionista no achacable a los salarios que, en su gran mayoría, perdieron poder adquisitivo en 2010, tendencia que seguirá en este año que empieza.

Todo esto supone además palos terribles para los más desprotegidos de la sociedad española, una sociedad cada vez más injusta. Nivel altísimo de paro, más un millón de familias con todos sus integrantes sin empleo, un tercio de familias que pasa enormes dificultades para llegar a fin de mes, cerca de un veinte por ciento de la población en o con riesgo de pobreza o exclusión social, millones de pensionistas con pensiones miserables, aumento de los “sin hogar”, demanda creciente en Cáritas y organizaciones similares. Todo esto parece demagogia pero es la cruda realidad, la demagogia de los hechos que están ahí para quien quiera verlos. Como siempre, los costes de la crisis se reparten muy desigualmente porque la lógica de una recuperación probable exige trasvase de riqueza y renta de unos sectores, los más, a otros, los menos.

El problema es que la situación no presenta signos de mejora, todo lo contrario. Este año el crecimiento de la producción será de poco más de medio punto por ciento y no se creará empleo. Las tensiones sociales previsiblemente crecerán, incluso en una sociedad anestesiada y desestructurada como la española, incapaz de movilizarse. Al menos hasta ahora. Tenemos por delante una larga travesía del desierto (el exoptimista de La Moncloa habló el otro día de cinco años), una economía instalada en la temida “L” que nos asegura reptar en el fondo durante varios años, cinco o más. Ya llevamos tres. Cuando hace no muchos meses, el Gobierno hablaba de “brotes verdes” y de que “ya hemos tocado el fondo”, algunos añadíamos que efectivamente lo hemos tocado pero allí seguiremos un largo tiempo. Ojalá nos equivoquemos.

Luis de Velasco para Republica.es

Fin de años

Fin de años

La arrogancia del poder, la frivolidad de la belleza deseada pero no alcanzada, los reveses de la ambición, la ingratitud o la postergación injusta del mérito: estas pueden ser las principales fuentes de humillación que padecemos los humanos. Antaño lo fue también la humildad de la cuna, luego sustituida por la segregación racial o nacional que los inmigrantes conocen bien. Contra todas ellas, si no falta el coraje, cabe la sublevación y hasta el logro de una revancha victoriosa y compensatoria. Pero hay una humillación a la que nada resiste y que derrota cualquier rebeldía por medio del ridículo: la de envejecer.

En la época más reciente, la obra pionera sobre la postergación social y la invisibilidad de la vejez fue el ensayo de ese título de Simone de Beauvoir, que en castellano editó hace 40 años la editorial Sudamericana. Después la vejez se ocultó tras el biombo eufemístico del término "tercera edad" y proliferaron hasta el agobio los estudios que proponían reivindicaciones y proporcionaban aliento optimista. Se procura convencer a los viejos, mientras mantengan capacidad de consumo, de que no se dan cuenta de lo jóvenes que son todavía. En efecto, nadie es viejo del todo mientras tenga aún dinero. Aunque dadas las pensiones que le van a quedar a la mayoría a partir de ahora, pocos son los que van a poder retrasar mucho esa aleccionadora experiencia...

Los antiguos tenían una visión menos edulcorada del asunto. Los griegos, que eran deportistas y guerreros, sentían un asco indisimulado por los ancianos, incluso por los adultos demasiado talluditos: no hay más que ver la diferencia de trato que da Homero al cadáver del joven héroe muerto en la flor de la edad y al del guerrero caído ya demasiado tarde. Los romanos, que estimaban la vida familiar en la que los abuelos no dejan de ser decorativos, mostraban un poco más de respeto: pero tanto Plauto y Terencio en sus comedias como Horacio en sus sátiras no dejan de ofrecer un retrato inmisericorde de la senilidad, señalando la avaricia maniática de ellos y la lujuria repelente de ellas.

La primera apología de la vejez, y la más célebre, es el De senectute de Cicerón (hay una buena edición bilingüe editada por Tricastela, anotada y precedida por varios estudios interesantes). Utilizando a Catón el Viejo como portavoz, Cicerón se esfuerza por refutar los reproches más habituales contra la vejez, como el cese de las actividades, el volverse odioso para los demás o el apagamiento de los placeres. Despliega su probada elocuencia aunque no siempre logre convencernos: "¿qué placeres físicos se pueden comparar con la autoridad (que se adquiere con la edad)". Pues cualquiera, Marco Tulio, cualquiera y siempre con ventaja sobre esta. Por si acaso, tanto Catón, como el propio, Cicerón se aseguraron amantes y esposas jóvenes hasta el último día... Siglos después, el filósofo político Norberto Bobbio tituló también De senectute (Taurus) a sus memorias de ancianidad, aunque con una visión mucho más pesimista que la ciceroniana.

Lo mejor que se ha escrito sobre la experiencia de envejecer es Revuelta y resignación de Jean Améry (Pretextos). Nadie ha expresado con tanta precisión cómo el mundo nos abandona antes de que lo abandonemos y que irrisorios son los honores que tratan de consolarnos. Su descripción de una conferencia del envejecido Sartre ante el público que 20 años atrás le adoraba juvenilmente es una página inolvidable y estremecedora: "El ser humano que envejece, cuyas realizaciones ya han sido contabilizadas y sopesadas, está condenado. Ha perdido, aunque haya ganado, quiero decir: aunque su ser social, que agota su conciencia, se contabilice como un gran valor de mercado".

Y con todo ¿saben qué es lo indudablemente peor de la tercera edad? Que no hay cuarta.

FERNANDO SAVATER para El País

Dejen de decidir por nosotros

Dejen de decidir por nosotros

No es ningún secreto que a los gobiernos progres, igual que a los conservadores, les emociona decidir por los ciudadanos, controlar y dirigir sus vidas, como si todos formáramos parte de un enorme grupo de incapacitados.

Cuando los ciudadanos de una democracia eligen a sus gobernantes no les encomiendan la misión de sustituirles en todas las decisiones que libremente puedan tomar. Más bien al contrario, el respeto a la libertad individual es uno de los pilares de eso que llamamos Estado de Derecho. Sin embargo, hay una notable y renovada tendencia por parte de los amantes de la intervención a invadir áreas en las cuales el individuo podría decidir libremente sin necesidad de que nadie lo haga en su nombre.

Es un hecho cierto que la existencia de un sistema público de protección social cuenta con el aval y el refrendo de la mayoría de los españoles. Por este motivo todos los gobernantes no sólo están legitimados para mantener tal sistema, sino que están obligados a velar por el buen estado del mismo y su viabilidad a largo plazo mientras los ciudadanos así lo deseen. Esta evidencia, que se sustenta en la libre decisión de los individuos, parece esconderse a los ojos de buena parte de nuestra clase política.

Por una parte, si olvidáramos la existencia de bastardos intereses partidistas, resultaría absolutamente sorprendente que no existiera una total unanimidad en los grupos políticos para realizar todos los cambios y reformas que fueran necesarios en los servicios y prestaciones que componen este sistema para así alcanzar ganancias en eficiencia y garantizar su supervivencia. Y por otra, a nadie se le debería escapar que es una total contradicción con los principios fundacionales del sistema democrático que el gobernante impida al individuo decidir en aquellos casos es que es no sólo posible, sino conveniente y necesario.

Viene esto al caso por el anuncio de la próxima reforma del sistema de pensiones por parte del gobierno central. Parece que ya todo se reduce a que el gobierno- obligado por la catastrófica situación económica y por las amenazas que se ciernen sobre el futuro de nuestras pensiones- tras el paripé del Pacto de Toledo, decida lo que es justo y conveniente en cuanto a los años de cotización que han de ser considerados para calcular la pensión a percibir, al mínimo de años que han de ser exigirse para tener acceso a la prestación y respecto a cuál es la edad a la que debemos dejar de trabajar. Un reducido número de personas decidirán por todos nosotros en asuntos esenciales relacionados con nuestra vida laboral y nuestra vejez.

Como si no fuéramos capaces de hacerlo si nos dieran la oportunidad y como si ellos conocieran todas las preferencias que en este sentido tenemos los millones de trabajadores.

En lugar de imponer nuevamente un sistema regulador encorsetado, cuánto mejor nos iría a todos si dedicaran su tiempo a diseñar un sistema que, siendo público y viable a largo plazo, permitiera que cada trabajador pudiera tomar sus propias decisiones de jubilación. Es cierto que nuestro sistema de reparto intergeneracional, al contrario que un sistema de capitalización, dificulta este diseño, pero en ningún caso lo impide.

Nada impide concebir un sistema en el cual cada trabajador conociera exactamente cuánto ha aportado a lo largo de toda su vida laboral y qué pensión percibiría en función de la edad en la que decidiera jubilarse, bajo unos parámetros ajustables y unos límites que aseguren el equilibrio financiero del sistema en su conjunto, y en el cual las prestaciones no contributivas no se financiaran con cargo al sistema, sino mediante los Presupuestos Generales del Estado.

Nada impide que pudiera concebirse un sistema en el cual cada trabajador, a partir de un mínimo de cotización necesario para que el sistema sea viable, pudiera aumenta su aportación con el fin de disfrutar antes de su jubilación o de recibir una mayor pensión, o por el contrario pudiera mantenerlo en los mínimos regulados con el fin de disfrutar hoy de una mayor renta, sin importarle que tuviera que trabajar más años para percibir la misma prestación o que fuera a recibir una menor pensión pública.

Nada impide concebir un sistema en el cual la sociedad pudiera beneficiarse de trabajadores longevos cuando su profesión y condición física lo permita y cuando exista un acuerdo entre empleado y empleador.

Quienes creemos firmemente en la libertad estamos convencidos de que nada impide diseñar un sistema público en el cual los principios de igualdad, equidad y solidaridad sean absolutamente compatibles con el profundo respeto a la libertad del individuo.

Por eso, aunque sea por esta vez y les suponga un tremendo esfuerzo, por favor, dejen de decidir por nosotros.

Manuel Sarachaga

La subida de la edad de jubilación ni urgente ni necesaria: injusta

La subida de la edad de jubilación ni urgente ni necesaria: injusta

La tercera etapa del programa antisocial del Gobierno, la de la reforma de la Seguridad Social, ya está anunciada. También parece que será un paso más en el desencuentro con los sindicatos más representativos y con amplios sectores de la ciudadanía.

Tras el primer paquete que trajo la desvalorización del sector público por la reducción de salarios de los trabajadores al servicio del Estado, vino con gran celeridad la reforma laboral que ha cristalizado en la Ley 35/2010, la más intensa y regresiva de la democracia. En ambos casos el Gobierno actuó unilateralmente rompiendo la dinámica de la concertación social que tantos frutos ha dado en España. Ahora toca el tercero de los grandes objetivos que el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco de España han venido exigiendo al Gobierno de la nación.

En este contexto, que el Gobierno haya puesto a los agentes sociales y a los grupos parlamentarios del Pacto de Toledo el plazo de finales de enero de 2011 para alcanzar un acuerdo sobre la reforma de las pensiones (en realidad sobre la de jubilación), hace sospechar una falta de voluntad real de negociar, más bien da la impresión de que el acuerdo es de los llamados de adhesión con el guión ya escrito desde hace un cierto tiempo. El Gobierno sigue las voces de los que le recomiendan cumpla con su obligación de gobernar, aunque tenga que adoptar medidas impopulares, esto es, medidas que perjudican a las clases trabajadoras y favorecen a las élites del poder económico, pero si fuera al revés las mismas voces le tacharían de irresponsable.

La reforma de la pensión de jubilación (que es lo que está en juego) no es asunto de “urgente necesidad” desde el momento en que, incluso con los cálculos que hacen los interesados catastrofistas de siempre, se reconoce que nuestro Sistema tal y como está hoy configurado no tendría problemas hasta 30 años. Si hay que hacer la reforma en el plazo perentorio antes citado es, en palabras de la Ministra de Economía, para dar “confianza” a los especuladores financieros (los mercados), pero a cambio ¿puede el pueblo español tener confianza en que van a dejar de especular? La cosa es clara, se está actuando en beneficio, no de la ciudadanía, sino de los poderes financieros.

La Seguridad Social es una de las piezas centrales del Estado Social y Democrático de Derecho que ha hecho de Europa un ejemplo para todo el planeta. Es un modo más civilizado de convivir, es entender la democracia, no como algo acabado y dado de una vez para siempre, sino como una continua evolución en el camino hacia la igualdad real para hacer efectiva, y no meramente ficticia, la libertad. Ello implica que la acción política debe servir para transformar y mejorar las condiciones de existencia, debe ser instrumento para “remover los obstáculos” que impidan o dificulten el goce de ambas, libertad e igualdad, según podemos leer en el art. 9.2 de la Constitución española. Implica un compromiso del Estado de garantizar prestaciones suficientes ante los estados de necesidad para hacer posible el goce por toda la población de los derechos fundamentales y avanzar en “el camino hacia la Libertad desde la Necesidad” como dijo Beveridge. El art. 41 de nuestra Constitución así lo establece, así como el art. 34.1 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, siendo la protección de la vejez una parte fundamental de la acción protectora del Sistema, que se basa en una maravillosa organización técnica de la solidaridad dentro de la comunidad política regida por el Estado. Ese principio solidario implica redistribución de rentas desde los que más hacia los que menos tienen. Cada uno aportará a la Caja Única lo que la ley establezca y de ella saldrán los recursos para las prestaciones a las que dan lugar las contingencias protegidas. Lo que cada uno debe aportar será lo que se establezca en la ley, y lo que cada uno debe recibir será también lo que se establezca en la ley. Siempre encontraremos la mediación de la ley entre lo aportado y lo recibido, sin que exista una relación directa o contractual entre ambas cosas. La ruptura del sinalagma entre lo aportado y lo recibido es esencial para que pueda darse una redistribución de rentas entre los incluidos en el campo de aplicación del Sistema. Esa redistribución de rentas es esencial para que los que menos tienen puedan obtener satisfacción de sus necesidades gracias a las aportaciones de los que más tienen. Se “impone sacrificio a los jóvenes respecto de los viejos; a los sanos respecto de los enfermos; a los ocupados respecto de los que se hallan en situación de desempleo; a los vivos respecto de las familias de los fallecidos; a los que no tienen cargas familiares respecto de los que las tienen” que dice la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963.

El acuerdo que pretende el Gobierno puede decirse que ya tiene trazadas sus líneas maestras en el “Documento sobre la revisión del Pacto de Toledo” de 29 de enero de 2010, el cual parte de unas “determinaciones estratégicas” que muestran una preocupante dirección en la evolución de la Seguridad Social. Para empezar, pretenden mantener equilibrio financiero sacrificando la suficiencia de las prestaciones (ya de por si modestas pues la pensión media, según datos del Ministerio de Trabajo, es de 761,82€ en 2009) querida por el art. 41 CE. Se trata de reducir el gasto para no tocar los ingresos. Acepta una falsa idea de equidad (se deben dar prestaciones según lo aportado) que prepara el terreno ideológico para introducir en la mente de los sujetos protegidos ideas propias de los sistemas de capitalización. Por eso en el citado Documento se insiste en que hay que incentivar “productos” de previsión voluntaria (la misma terminología de la Comisión Europea) y, en concreto, los fondos de pensiones en su modalidad de empleo.

La jubilación es la estrella de ese Documento en el que hay que destacar dos aspectos. El primero el desplazamiento de la edad ordinaria de jubilación desde los 65 a los 67 años, y el segundo la dependencia “en grado creciente” de las prestaciones con las aportaciones efectivas realizadas, para lo que propone calcular la base reguladora tomando en cuenta toda la vida laboral. Esto significaría para la mayoría de los futuros jubilados una reducción de su pensión, lo que se compadece mal con la suficiencia querida por el art. 41 CE.

La Comisión Europea está desde años trabajando a favor de los especuladores al afirmar, con notoria falsedad, la insostenibilidad de los sistemas de reparto y promover su sustitución parcial por los de capitalización con el manido y erróneo argumento pseudocientífico de la evolución demográfica y el envejecimiento de la población, como puede verse en el Libro Verde toward adecuate, sustainable and safe European pension system de 7 de julio de 2010 (COM (2010) 365 final). Esta obra empieza con la afirmación de que estamos ante una Europa envejecida por lo que hay que hacer reformas en las pensiones aceptando como punto de partida que los sistemas de solidaridad intergeneracional son importantes, pero recuerda que las reformas deben de hacerse dentro del funcionamiento del mercado interno y los requerimientos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, así como de acuerdo con la estrategia Europa 2020, que propugna limitar “los impuestos sobre el trabajo” y la reducción de la presión fiscal a las empresas. El Libro Verde comparte con Durao Barroso que “los fondos de pensiones son una parte integral del mercado financiero” y afirma que “completar el mercado interior con productos de pensiones tiene un directo impacto con el crecimiento potencial de la UE y, por tanto, contribuye directamente a alcanzar los objetivos de Europa 2020”. De acuerdo con sus estimaciones, los problemas en 2060 serán grandes ya que el alargamiento de la esperanza de vida dará lugar a un gran aumento de población envejecida y la tasa de natalidad no será suficiente para compensarlo. Este es un argumento tan repetido como falso. En primer lugar porque las investigaciones demográficas serias siempre dejan claro que no pueden hacerse proyecciones tan a largo plazo porque las variables que pueden surgir son muchas y no se pueden ser tenidas en cuenta en la actualidad. Por ejemplo, la introducción de políticas sociales de apoyo a la natalidad y podría dar lugar en los países del sur de Europa a un cambio en las tasas de natalidad muy importante. La esperanza de vida no mide los años que viven las personas, sino que es un promedio estimado que, además, es sensible a las diferencia de clase. En segundo lugar porque esas proyecciones no tienen en cuenta el crecimiento del PIB, el crecimiento de la productividad. Con un crecimiento modesto de la productividad habrá muchos más recursos que los actuales para las pensiones. En tercer lugar la financiación no tiene porque ser siempre hecha con cuotas sobre los salarios, puede hacerse por otros medios. Si con menos trabajadores se producen más bienes y servicios es perfectamente posible establecer un tributo sobre los beneficios, un tributo que sea progresivo. Esa es la cuestión: la redistribución de rentas.

Las propuestas de la Comisión Europea, en cambio, son claras: por una parte trabajar más y subir la edad pensionable, por otra los sistemas de los Estados miembros deben ser complejos, de varios pilares, siguiendo las recomendaciones del Banco Mundial de 1994. Deben consistir en una pensión mínima garantizada por el Estado, fondos de empleo privados y obligatorios y fondos privados colectivos o individuales voluntarios. Los fondos de pensiones, de acuerdo con el G 20, tienen que llegar a ser “importantes jugadores en los mercados financieros”, pero, aunque reconoce sus pérdidas (cita la pérdida del 20% de 2008 y su no recuperación en 2009), con una gran fe difícil de compartir si hay un mínimo de sensatez, propone desarrollar el mercado interior de las pensiones con un marco regulador a escala de la UE para regímenes privados de pensiones que los haga más seguros. El problema es que ese modelo ya no es Seguridad Social, es asistencialismo y ahorro que se entrega a las manos de entidades financieras. Es un ataque al Estado Social que reservaría el brazo asistencial para la población con una trayectoria profesional azarosa: los precarios. Los otros regímenes serían para quienes tengan una carrera profesional más estable y para los más pudientes. Para estas dos últimas capas de la población las mejoras sobre el mínimo provienen de su propio ahorro y de ese modo están escapando del principio solidario y redistributivo. Es un mecanismo que no resuelve el problema de los estados de necesidad de la mayoría de la población, hace huir al Estado de sus compromisos de procura asistencial y abre al mercado, al negocio, la garantía de la existencia negando la evidente realidad de la sociabilidad del riesgo de la vejez, que queda, de ese modo, abandonado a la responsabilidad individual. Ese modo de proceder de la Comisión Europea es un auténtico ataque al Estado Social, un ataque a la democracia y trata de premiar a los que han causado la presente crisis. Sus propuestas no pueden ser atendibles porque son contrarias a la intangibilidad de las estructuras fundamentales del sistema constitucional español, que no pueden ser afectadas por la cesión de competencias a la UE.

La propuesta de elevar la edad pensionable a 67 años es particularmente injusta. Va en la línea de reducción de gastos, pero también de reducción del derecho. Hay medios para ir ajustando los recursos necesarios para cubrir las necesidades del Sistema a medida que van cambiando las necesidades. El argumento de que la edad de 65 años se estableció cuando la esperanza de vida era mucho más baja que hoy no es atendible. La España de los años sesenta del pasado siglo (que fue cuando se pusieron en marcha los rudimentos de la Seguridad Social ) ofrecía a las clases trabajadoras unas condiciones de vida miserables. Baste recordar que la emigración fue el destino de varios millones de españoles que consiguieron mejorar con su trabajo en Europa su pensión de jubilación. Ahora que poco a poco estamos consiguiendo muy modestas mejoras en el bienestar no es razonable presentar el duro pasado como ejemplo de racionalidad. Las aspiraciones al progreso social lo rechazan. No es un disparate que la edad pensionable se fije en 65 años como límite mínimo general. Elevar la edad de jubilación con carácter general resulta injusto porque es tratar de modo igual a los desiguales, en concreto a los que más necesitan la jubilación que son los trabajadores de profesiones más duras, con exigencias de menores cualificaciones profesionales y, por lo general, no muy bien remuneradas. Esos trabajadores pertenecen a la clase obrera tradicional y muchos se incorporaron en edades juveniles al trabajo empujados por las necesidades económicas de sus familias, por lo que cuando llegan a los 65 años ya podemos decir que están en una edad provecta. No ocurre lo mismo con trabajadores de altas cualificaciones, que pasan un largo periodo formativo, con titulación universitaria, por ejemplo, que se incorporan más tarde al trabajo. Pero también estos trabajadores con las nuevas formas de organizar el trabajo (distribución irregular de la jornada, remuneración por objetivos, etc..) están con frecuencia sometidos a situaciones de estrés que hacen poco aconsejable el mantenimiento de la cotidiana actividad laboral. Pueden recordarse los suicidios en France Telecom o en el centro de investigación y diseño de Renault. Por otro lado, cuando un país como España, con una tasa de paro algo por encima del 20%, eleva la edad de jubilación se aboca al problema social de qué hacer con los desempleados. Lo más razonable y justo es mantener la edad pensionable en los 65 años y dejar a la negociación colectiva la búsqueda de otros incentivos de jubilación flexible, adicionales o complementarios a los establecidos por ley. Una subida de la edad pensionable es en este momento inoportuna porque las clases populares, que no han sido las que han provocado la crisis, están soportando sus costes por medio de reducciones de salario, aumento de impuestos indirectos, reducción de prestaciones sociales y ven cómo las diferencias de rentas con las clases acomodadas aumentan.
Si son necesarios más ingresos para mejorar las prestaciones y mantener el equilibrio ¿no será mejor eliminar los topes de cotización que el art. 131 del Proyecto de Ley de Presupuestos para 2011 establece en 3.230,10€ al mes? Con los topes de cotización los que ganan menos de esa cantidad son solidarios con el cien por cien de su salario, pero los que ganan más solo lo son parcialmente. Pero eso sería dañar los intereses de los fondos de pensiones. Una gran injusticia que pone de manifiesto la insinceridad de la reforma.

Joaquín Aparicio Tovar.
Catedrático de Derecho del Trabajo.
Universidad de Castilla-La Mancha


Metiendo Bulla

El enésimo plan anticrisis: "Too little, too late?"

El enésimo plan anticrisis: "Too little, too late?"

Sería un error analizar propuesta a propuesta el último paquete de medidas económicas, como se pretende que hagamos. Lo importante es no perder la perspectiva, entender porqué se han tomado y evaluar si pueden lograr el objetivo propuesto. La cuestión no reside en si tiene algún efecto positivo el que 1.500 nuevos orientadores asesoren a los parados en su búsqueda de empleo.

Estas medidas se han tomado en medio de una situación dramática, estando ya entre la espada y la pared. La prima de riesgo ha llegado estos días a sobrepasar los 300 puntos básicos, un diferencial mayor que el alcanzado en la grave crisis de mayo, mientras la Bolsa sufría un fuerte correctivo. La mirada de los mercados financieros, es decir, de nuestros acreedores a los que necesitamos seguir pidiendo más préstamos, se centra en España. La pregunta correcta es, por tanto, si las medidas adoptadas lograrán restaurar la confianza en el futuro de la economía española y de sus cuentas públicas.

Empecemos por el asunto de la confianza. Como sucede en las relaciones personales, se trata de algo con un fuerte componente psicológico, que resulta más fácil perder que recuperar. El procedimiento seguido la semana pasada para anunciar las medidas no creo que haya tranquilizado a nadie. Ha sido otro ejemplo de la forma de gobernar del sr. Zapatero, de la que lleva dando muestras ininterrumpidas en sus seis años de mandato. Su larga permanencia en el poder no parece haberle ayudado a madurar como estadista. Unas horas antes decía que no era preciso tomar ninguna medida adicional, pues las existentes bastaban. ¿No habría sido mejor decir que se estaba reevaluando la situación? ¿Contribuye la mentira a cimentar la confianza? De repente, se anunciaron las medidas a borbotones en el marco inadecuado de una pregunta en el Congreso. Con ello se logró sorprender al líder de la oposición, es decir, a la misma persona a la que se debió consultar (junto al resto de líderes políticos) para lograr el mayor respaldo posible. Posteriormente se suspendió el viaje presidencial a una importante cumbre internacional. Tras el Consejo de ministros del viernes, sin embargo, el presidente no compareció ante la prensa, y las medidas aprobadas fueron las mismas ya anunciadas anteriormente (con el añadido de la subida de los impuestos al tabaco). ¡Como para transmitir confianza!

Respecto al contenido de las medidas, una vez más no forman parte de ningún plan global, son una sarta de ocurrencias más o menos afortunadas. Pueden ordenarse en tres grandes apartados. El primero de ellos agrupa un conjunto de medidas privatizadoras, que afectarán al 49% de AENA y al 30% de Loterías. Se espera recaudar 9 000 millones en el primer caso y 5 000 en el segundo. Además, los aeropuertos de Madrid y Barcelona operarán en régimen de concesión. Quedan muchos flecos por aclarar sobre cómo van a articularse estas operaciones. También resulta discutible que vayan a recaudarse esas cantidades, que en las actuales circunstancias podrían pecar de optimistas. En cualquier caso, estas medidas equivalen a lo que haría una familia endeudada, con dificultades para seguir pidiendo préstamos, que optase por vender un piso de su propiedad. La ventaja a corto plazo es que tiene que endeudarse menos; el inconveniente a largo plazo es que se queda sin el piso y los alquileres que proporcionaría en el futuro. En este caso, parte de los ingresos futuros son los que proporciona la lotería cada año de manera bastante segura.

El segundo bloque de medidas tiene que ver con el mercado laboral. De ellas, la principal consiste en no renovar a partir de febrero la ayuda de 426 euros mensuales a los parados que carecen de otras prestaciones. Se trata de una medida de ahorro, que pretende enviar una señal de dureza a los mercados. Pero el ahorro es bastante limitado, de unos 500 millones de euros semestrales, y la dureza raya en la crueldad. Resulta indecente iniciar el ahorro por los más desfavorecidos, existiendo la posibilidad de lograr recortes mayores mediante la reducción del gasto superfluo que plaga todas las administraciones (tanto la central, como las autonómicas y locales) y los miles de entes que las rodean. El resto de medidas son de menor enjundia. Lo referente a las agencias privadas de colocación ya se incluía en la reforma laboral. Añadir 1 500 orientadores para que orienten, junto a los 1 500 ya existentes, a 4 600 000 parados casi parece una broma de mal gusto. El que los nuevos funcionarios formen parte del régimen general de la Seguridad Social termina con la incoherencia de una administración que parecía no confiar en que los servicios públicos fuesen lo bastante buenos para los propios funcionarios, pero no supondrá un ahorro significativo, si es que logra alguno.

Finalmente, el tercer conjunto de medidas busca reanimar la actividad empresarial. Esto tiene sentido, pues nuestras pobres perspectivas de crecimiento son una de las razones principales de las dudas sobre las posibilidades de hacer frente a la deuda. Más discutible es que pueda lograrse este objetivo sólo mediante reducciones del impuesto de sociedades, sin ocuparse del conjunto del sistema fiscal ni emprender otro tipo de reformas. La medida de mayor calado es la libertad de amortización hasta 2015. Se amplía también el número de empresas que puede acogerse al tipo mínimo del 25%, elevando la facturación permitida de 8 a 10 millones de euros, e incrementando de 120 000 a 300 000 euros el tramo de base imponible que tributa al tipo reducido. Lo de crear empresas en 24 horas estaba en la Ley de Economía Sostenible y lo creeremos cuando lo veamos. Lleva años diciéndose, mientras que en los informes internacionales se recogen plazos mucho más largos, junto a un empeoramiento progresivo del problema. Las administraciones autonómicas y locales tendrían que participar en la solución. Eliminar las cuotas obligatorias a las Cámaras de Comercio supone terminar con un anacronismo inadmisible, pero debería evitarse la desaparición de las labores de formación y fomento de la exportación que las Cámaras realizan.

Como las medidas de estímulo fiscal tienen un coste presupuestario, se compensan con la subida de impuestos al tabaco, que espera recaudar 780 millones de euros. La ministra Salgado, insultando la inteligencia de los sufridos ciudadanos, justificó la decisión por motivos de salud, no recaudatorios. Para al 28 de enero se anuncia unilateralmente una medida muy importante, la reforma de las pensiones, ignorando (como en el caso del régimen de los nuevos funcionarios) la existencia del Pacto de Toledo.

Ojalá todo esto pudiera bastar para reconducir la situación. Sin embargo, el respiro que ha acompañado al anuncio de las medidas no se ha debido a ellas, sino a la compra de deuda por el Banco Central Europeo, así que no debiéramos caer en una relajación similar a la que siguió a las medidas de mayo. No es probable que el bochornoso espectáculo de los controladores haya contribuido a mejorar la imagen exterior de España. El ambiente de fin de ciclo comienza a resultar demasiado agobiante como para soportarlo durante un año y medio más. Donde el gobierno está demostrando una mayor creatividad es en la búsqueda de chivos expiatorios que le permitan eludir sus propias responsabilidades: igual sirve el PP, que los especuladores, Alemania o, en cualquier momento, el difunto Cid Campeador.

Álvaro Anchuelo para Cotizalia.com

La banca gana: los demás perdemos

La banca gana: los demás perdemos

¿Qué papel han jugado las entidades financieras en la crisis en España?

A mi entender han sido sin duda uno de los principales culpables y hasta ahora, muy pocos lo han siquiera señalado: está claro quién manda realmente en este país. Analizando lo ocurrido, durante la formación de la burbuja, por activa o pasiva, de buena o mala fe, la actuación de todas la entidades de crédito es muy criticable.

Lo que pasó es muy simple: vivíamos un escenario de negocio muy complejo para las entidades; la bajada de tipos de interés (lo que las entidades cobran y ganan por prestar dinero) hacía que la rentabilidad por cada préstamos fuera muy bajo. Y, qué se puede hacer para que los bancos sigan ganando mucho dinero (miles de millones de euros) en ese escenario, pues dos cosas: dar préstamos a más años, lo que les permite ganar más para cada préstamo y, sobretodo, intentar prestar a cada cliente la máxima cantidad posible.

Y cual era la solución que permitía ambas cosas: las hipotecas. Son un chollo, préstamos a 25-30-40 años, con un bien en garantía de alto valor, con una legislación que somete al ciudadano a responder de su deuda hipotecaria no sólo con el inmueble, como sería lógico y ocurre en muchos países, sino con todos sus bienes presentes y futuros  y, sobretodo, con la posibilidad que el mismo banco que va a prestar evalúe el bien inmueble que va a garantizar el préstamo  y decida por ello cuanto te puedo prestar.  Las tasaciones infladas se convirtieron en la manera que tenían los bancos para prestar más y durante más tiempo, y de esa manera compensar la limitación que tenían para generar más beneficios con los tipos de interés tan bajos.

Sumando las cientos de miles de hipotecas que se dieron en base a amiguismos, tasaciones infladas, malas evaluaciones de riesgo, etc etc..se fue generando e inflando la burbuja.

Es decir, en el mejor de los casos, los errores en cadena de las entidades (infalibles cuando se trata de recomendarnos a los demás apretarnos el cinturón, que disponen de amplios y preparados servicios de estudios, ejecutivos con altos sueldos y supuestamente alta capacidad..) y en el peor (y más probable a mi entender), se hizo a sabiendas, con mala fe, teniendo en cuenta que pese a generar un desastre de proporciones para la gente de este país nunca se les pediría cuentas ni se les dejaría quebrar.

Lo que vemos que está ocurriendo ahora: dinero público inyectado a mansalva (trasladando de esta manera el problema de deuda del sector privado al público), los casos CCM Y Cajasur donde la gestión indudablemente mejorable y seguramente ilegal en muchos casos no ha sido valorada ni juzgada con luz y taquígrafos, dan la razón a mis sospechas. Como siempre ha ocurrido en este país: unos pocos amiguetes del poder se pagan la fiesta con el dinero de todos.

¿ y qué pasa ahora?

Una vez el mal se hizo, las entidades lejos de reconocer su culpa siguen con su discurso de mirar la realidad económica por encima del hombro, dando recetas de gestión a diestra y siniestra y dejando su sucia casa sin barrer……, guardan en sus balances nuevas sorpresas envenenadas que pueden dar la puntilla a nuestra maltrecha economía.

Los  miles de inmuebles que se han tenido que comer con patatas por los impagos habidos valen mucho menos dinero de lo que dice el valor reflejado en sus balances. El problema es que reconocer esos valores reales les llevaría a las pérdidas y reconocer con ello su incapacidad gestora.

El problema es que para que una economía funcione bien los precios de las cosas han ser razonables y realistas, y si los bancos no bajan los precios de sus inmuebles, el valor de mercado general de los mismos no llega a su precio real. No se ajusta a lo que realmente vale.

¿Y que hace el Banco de España (BDE)?; hace dejación de su principal función, la de supervisión de las entidades y sus balances y les permite estas “cocinas” contables, y mientras, se dedica a sentar cátedra de otra serie de temas como el mercado de trabajo.

Es decir, una conclusión obvia es que los bancos españoles no están mejor gestionados que los de otros países simplemente gozan de dos ventajas: una supervisión de baja calidad y laxitud excesiva y una legislación que favorece a las entidades con cláusulas en muchos casos exageradas.

En resumen, la gestión fue y es mala o hecha con mala fe, los balances de los bancos no reflejan la mala calidad de muchos de sus activos y por ello sus beneficios y cotizaciones están infladas. Prepárense señores para un 2011 muy complicado, el verdadero “annus horribilis” de la banca, todo lo que sube ha de bajar, lo que es de mala calidad vale poco…..antes o después lo veremos, el camino hasta aquí ha sido cerrar los ojos y dar patadas al problema esperando que el despegue de las economías europeas purgara nuestros pecados de gestión financiera, pero me temo que eso no va a pasar.

Del Blog de Luis de Velasco Rodríguez

Óptica sindical para salir de la crisis

Óptica sindical para salir de la crisis

“Creo que el año que viene se hará una nueva reforma laboral”, afirma José María Fidalgo.

El ex Secretario General de Comisiones Obreras, José María Fidalgo, inauguró el nuevo curso del Foro Arrupe liderando un debate sobre “La situación actual desde el punto de vista sindical” en el que afirmó que la crisis actual no se arregla tapando goteras y seguramente habrá que hacer una nueva reforma laboral el año que viene.

Recordó que la crisis española fue causada en parte por la burbuja inmobiliaria, que aparentemente generaba riqueza a corto plazo y mucho empleo. Se construyeron en nuestro país 800.000 viviendas de media al año, un número similar al que construían los alemanes, los franceses y los italianos juntos. La gravedad del reventón de la burbuja se agravó en esta ocasión por la coyuntura financiera, ya que la deuda total de la sociedad española es ya 2.3 veces nuestro Producto Interior Bruto. Por otro lado, en el exterior fueron las entidades financieras y sus agentes los responsables en gran medida de la crisis internacional.

Al hablar de soluciones, José María Fidalgo reconoció que a nivel mundial se ha intentado taponar la hemorragia del sistema financiero y que en el ámbito europeo se dieron pasos para acercarse a una administración común, aunque tarde.

En España, la tercera parte de los Presupuestos que se están debatiendo en el Congreso se destina a financiar nuestra creciente deuda. Es difícil ingresar más porque la actividad económica está muy parada y recortar gastos reconoció que resulta muy duro.“Creo que el año que viene se hará una nueva reforma laboral porque la actual no va a servir”, afirmó.

Da la sensación de que, en primer lugar, no se quiso explicar a la gente la gravedad de la crisis y, en segundo lugar, se tomaron decisiones hace unos pocos meses de manera altamente sorpresiva. De esta manera, el movimiento sindical, tan afín al Gobierno hasta entonces, se encontró con el “volantazo” que le dejó descolocado y con la obligación de dar una respuesta.

Se convocó entonces la huelga general en medio del periodo de recesión que atravesamos, lo cual nunca había ocurrido antes, y además se produce la sensación de que están deslegitimadas todas las instituciones, el movimiento sindical, el empresarial…

Entre las medidas urgentes, Fidalgo dijo que lo primero debe ser calmar la refriega actual y evitar que la política se banalice y, luego decirle a la sociedad que hay que pagar lo que debemos y hacer un programa de país incentivando al sector privado selectivamente para lograr un aumento de la productividad y de la competitividad.

“Si pasan diez años y no hacemos un intento de poner en la vanguardia del tejido productivo a empresas verdaderamente punteras, nos quedamos fuera de la recuperación”, afirmó.

Abogó también por hacer reformas en el sistema del bienestar que debe ser sometido al test de sostenibilidad, suficiencia, razonabilidad y gobernabilidad.

Tras hacer un repaso final a la situación actual en nuestro país, y al papel de nuestros gobernantes, señaló que “nos encontramos en el Cabo de las Tormentas y posiblemente sin timón”.

En el animado coloquio posterior se puso de manifiesto la tremenda escasez de financiación para las empresas por carecer de sociedades de capital-riesgo, de la mala prensa de las organizaciones sindicales, de la falta de defensa a los derechos laborales de jóvenes y becarios, de que nuestro país está demasiado pendiente del poder y de que la sociedad civil ha delegado más de lo conveniente en el Estado.

Hubo también numerosas referencias a la mala etapa del Gobierno, al desgobierno actual, al “cambalache” para la aprobación de los Presupuestos. El ponente dijo que “no se puede desmembrar un país a beneficio del gobernante” y que cuando la política vuelva a ser Administración mejorará la política: será un buen gobierno el que sepa administrar bien.

Mientras tanto, y con la que está cayendo, Fidalgo sentenció: “no parará de llover hasta que no nos remanguemos todos y alguien nos diga por dónde hay que ir”.

Foro Arrupe



Las pensiones: un derecho, no una mercancía

Las pensiones: un derecho, no una mercancía

La banca insiste en promover los fondos privados de pensiones a pesar de sus repetidos fracasos. Los sistemas públicos no han fracasado como vaticinaban “expertos” que promueven la especulación con un derecho humano: el acceso a una pensión digna.

“La baja natalidad y el desempleo ponen en peligro el sistema público de pensiones. Los expertos reclaman una reforma inmediata”. Titular de portada de un periódico español... más falso que un euro de plástico.

Sí, las pensiones se van al garete, pero las privadas. Las pensiones públicas gozan de buena salud. ¿Entonces? Hay relación entre los ataques de los mercados a los sistemas públicos de pensiones y el fracaso de los fondos privados de pensiones. Los llamados ‘mercados’, por cierto, sólo son unos pocos miles de sujetos que especulan por todo el mundo en nombre e interés de bancos y otros entes poco transparentes. Esta relación directa entre descalabro de pensiones privadas y ataques a las pensiones públicas es reconocida incluso por economistas tan neoliberales como Alejandro Inurrieta, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles de Madrid.

¿Cómo comprobamos que las pensiones privadas están en crisis? Elemental, querido Watson. Los cinco principales fondos de pensiones holandeses, por ejemplo, se ven obligados, sintiéndolo mucho, a recortar las pensiones prometidas a sus jubilados privados; Holanda es el tercer país del mundo en pensiones privadas. Más ejemplos; en España, según el último informe Rentabilidad de Fondos de Pensiones, “en los últimos años, la rentabilidad promedio de los planes de pensiones fue sensiblemente inferior a la inflación y a la inversión en bonos del Estado a cualquier plazo”.

El desastre de las pensiones privadas es paralelo a la exigencia de la OCDE a sus Estados miembros para que retrasen la edad de jubilación y reformen sus sistemas públicos de pensiones. Deteriorar y reducir las pensiones públicas. A ver si entonces la gente pica y contrata pensiones privadas.

Miren Etxezarreta, catedrática emérita de Economía aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, asegura que se quiere imponer el modelo anglosajón, que redujo las pensiones públicas para que la gente no tuviera más remedio que contratar pensiones privadas. En esa neoliberal línea, Sarkozy ha lanzado en Francia una regresiva reforma de las pensiones. Y en España, el presidente Zapatero amenaza con reformar a la baja el sistema público de pensiones, cuyo resultado será que los pensionistas “reformados” cobrarán bastante menos.

Un “experto” español en pensiones públicas ha vaticinado que, si éstas no se reforman (a la baja, por supuesto), quebrarán en 2020. Tal “experto” ya profetizó en 1995 que, en 2005, la Seguridad Social tendría un déficit del 0,77% del PIB y al año siguiente aumentó la cifra, indicando que el déficit sería mayor: el 1,80%... Pero la tozuda realidad fue que en 2005, la Seguridad Social española tuvo un 1,1% de superávit. Tal experto y otros similares deberían cambiar la calculadora, porque les falla más que una escopeta de feria. Por cierto, el fondo español de reserva de pensiones supone casi el 6% del PIB.

¿Por qué yerran tanto los presuntos expertos en pensiones públicas? ¿Será porque la mayoría están a sueldo de bancos y entidades similares con gran interés en hacer negocio con pensiones privadas?

Miren Etxezarreta  nos recuerda que las pensiones privadas son gran negocio para la banca. Un trabajador que contrate una pensión privada a los 40 años, cotizará hasta los 65, edad de jubilación en muchos países. Durante un cuarto de siglo, el banco hará lo que quiera con ese dinero que entra mensualmente y, si invierte mal, el jubilado verá reducida su pensión privada. Pero el banco ganará una pasta con comisiones, aunque la inversión haya sido desafortunada. Como está pasando.

A los gobiernos de Europa y Estados Unidos no les tembló el pulso para rescatar la banca con billones de euros o dólares. Pues, si fuera preciso (que no lo es), se acude al rescate de las pensiones públicas. La pensión no es una mercancía, es un derecho.
La Declaración Universal de Derechos Humanos dice en su artículo 22 que “toda persona tiene derecho a la seguridad social”. Seguridad social es, entre otras cosas, cobrar una pensión y, por supuesto, digna. Está en las constituciones de los países democráticos y, desde hace un año, forma parte de la legislación internacional que desarrolla la exigencia y disfrute de los derechos económicos y sociales. España y otros Estados ya la han ratificado. Por tanto, es ley y obliga. Derecho humano, no mercancía.
POR XAVIER CAÑO TAMAYO. Periodista y escritor

¿Y la factura de la educación pública?

¿Y la factura de la educación pública?

El gobierno socialista desea crear la llamada «factura en la sombra» de la Seguridad Social (¿por qué no un albarán?), para que todos los usuarios sepamos lo que cuesta en realidad nuestra sanidad pública. Así hemos descubierto que un TAC vale 100€, una sesión de diálisis 200€, un parto sencillo 1.600€, una operación de apendicitis 2.500€, un cambio de sexo 12.000€, una sustitución de cadera 13.000€ y un trasplante de corazón 96.000€. En líneas generales me parece bien porque el conocimiento nos hace libres, pero ya puestos a querer saber, reconozco que no me basta con las cifras de la Seguridad Social.

Por supuesto que me gustaría saber lo que nos cuesta cada ministro, consejero o parlamentario, pues además de sus salarios habría que contabilizar las dietas, los coches oficiales, las tarjetas de crédito, los móviles, los viajes y los escoltas, por no hablar de los asesores y los traductores, ya que cuanto más ignorante es un político, mucho más nos cuesta a todos los contribuyentes. De hecho, el número de asesores de un político no guarda relación con su importancia, sino con su incompetencia. Pero no me hago ilusiones, porque sé que estos gastos jamás los conoceremos gobierne quien gobierne. Por eso me conformaría con saber cuál es la «factura en la sombra» de la enseñanza pública.

Por ejemplo, ¿cuánto cuesta la escolarización de un adolescente? Nadie quiere decirlo y esa cifra seguro que nos interesa conocerla a las familias y los profesores. ¿Y cuánto nos cuesta a los contribuyentes un alumno repetidor? ¿O la baja por depresión de una profesora? ¿O la indolencia de los padres que no educan a sus hijos adolescentes? Que conste que no estoy hablando de los gastos que suponen los niños de primaria, sino de los gastos que generan los alumnos de secundaria y bachillerato, que son los que provocan la mayoría de los problemas.

Siempre he sido un defensor del cheque o bono escolar, y aunque el único hijo que me queda en secundaria muy pronto terminará sus estudios, igual seguiré defendiendo ese sistema que ha mejorado la educación pública de todos los países donde ha sido establecido. En los países escandinavos, por ejemplo, donde las socialdemocracias locales lo aplican sin complejos. En España hay prejuicios de izquierdas y de derechas contra el cheque escolar, pero sobre todo existe una tremenda opacidad de cifras, pues los gastos de la burocracia incrementan el costo por alumno y los políticos y los sindicatos quedarían en evidencia.

Sería desolador descubrir que la enseñanza pública andaluza -por ejemplo- es más cara que la catalana, la gallega y la del País Vasco juntas, teniendo como tenemos los índices de fracaso, deserción, acoso, indisciplina y criminalidad que nos han hecho famosos en toda Europa. ¿Será por eso que la mayoría de altos cargos socialistas manda a sus hijos a colegios privados o concertados? Qué mala leche la mía. Seguro que no y que en realidad lo hacen para que sus chicos se relacionen mejor y no terminen casándose con alguien de las juventudes del partido.

Fernando Iwasaki, ABC
www.fernandoiwasaki.com

Un otoño preocupante

Un otoño preocupante

Decir que la economía mundial se encuentra en una situación de fuerte incertidumbre se ha convertido en un lugar común tanto entre los economistas como entre los políticos.

Los datos que se han ido conociendo a lo largo de las últimas semanas son, en efecto, poco claros y, a menudo, contradictorios. Parecía que la economía norteamericana iba a ser la primera en salir de la crisis; pero las perspectivas de los Estados Unidos han empeorado de forma notable y Alemania, en cambio, está empezando a crecer por encima de lo esperado. Hay dudas todavía sobre la solidez de esta recuperación. Pero es evidente que se trata de un dato positivo, que contrarresta, en cierto grado, las malas noticias que vienen del otro lado del Atlántico.

Esta incertidumbre se extiende, desde luego, a la economía española. Pero aquí las malas noticias claramente predominan y la mayoría de los analistas prevén no sólo un final de año difícil, sino también un 2011 poco esperanzador. Y esto contrasta con unas perspectivas más optimistas, no sólo para Alemania, sino para la zona euro en conjunto.

Mientras Europa parece haber dejado atrás la recesión, parece que España no sólo tendrá este año una tasa interanual de crecimiento negativa, sino que el último trimestre será peor que los dos primeros, que registraron unas tasas de crecimiento intertrimestral anémicas de apenas una y dos décimas de punto porcentual. Esto significa no sólo problemas en el corto plazo, sino también que se rompe la tendencia de convergencia creciente de la renta per capita española con la media europea. Y todo indica, por desgracia, que los resultados relativos van a empeorar de nuevo en 2011.

Si hubiera que elegir una sola variable para mostrar la difícil situación de nuestra economía, la mayoría de los economistas se inclinarían, seguramente, por el paro. Con un 20,3% de desempleados, de acuerdo con los últimos datos de Eurostat, España tiene, con diferencia, la peor tasa de la eurozona, el doble de la media de la región y casi el triple que la tasa alemana. Y lo más preocupante es que se ve muy lejana cualquier recuperación sólida del empleo en nuestro país.

Pero ¿no pueden encontrarse también datos positivos en esta triste situación en la que nos encontramos? Algunos hay, ciertamente en el sector financiero. Los bancos españoles superaron en su día con buenos resultados las pruebas conocidas como tests de stress. Pero los problemas siguen existiendo. Los datos de la AEB, hechos públicos hace sólo unos días, y los del Banco de España indican que la banca comercial está soportando relativamente bien un año tan duro como el 2010.

Pero es importante señalar que son sus operaciones en el exterior las que han generado casi la mitad de los beneficios del primer semestre. Y que los activos de algunos balances siguen planteando dudas. Las Cajas, que se centran en un grado mucho mayor en el negocio nacional, lo están pasando bastante peor. Y los mercados no ven claro cuáles van a ser los efectos finales de las peculiares fusiones que se han llevado a cabo, en las que los criterios de negocio y solvencia no han sido siempre los que han guiado estos procesos.

Deuda del Tesoro
La amenaza de que el Estado español no pudiera colocar sus emisiones de deuda en el mes de julio no se materializó, afortunadamente. Pero tampoco el panorama está claro en este punto. Por una parte, el diferencial con el bono alemán, que llegó a reducirse de forma significativa, ha vuelto a crecer en los últimos días.

Y en el momento de escribir estas líneas la prima de riesgo de la deuda española ha alcanzado ya los 195,9 puntos básicos, mientras el precio de los seguros de impago ha llegado a 246,9. Y, lo más importante, la colocación de la deuda se ha conseguido en buena medida gracias a la barra libre del Banco Central Europeo, que sigue prestando a los bancos españoles con la garantía de los títulos de su propio Estado.

Y esta es la deuda formalizada en títulos. Pero a nadie se le oculta que sobre el sector público español –especialmente sobre la administración local– planea una crisis de falta liquidez que va a hacer muy difícil que puedan atender a sus pagos ordinarios y, en algunos casos, incluso a la nóminas de sus funcionarios. Algo habrá que hacer. Y con una quinta parte de la población activa en paro va a ser muy difícil conseguir que la recaudación aumente de forma significativa, a pesar de las subidas de impuestos que ya han tenido lugar… y las que nos esperan.

Lo más positivo de estos últimos meses puede haber sido que el Gobierno español finalmente se vio forzado a tomar algunas de las medidas que la economía española requería desde hace mucho tiempo. Como ocurre con frecuencia con gobiernos poco responsables, el protectorado al que se ha sometido a nuestro país ha conseguido que los mercados internacionales nos vean hoy con un poco más de confianza. Pero cuando quien tiene que aplicar las medidas no cree en ellas, el futuro suele ser bastante oscuro.

Francisco Cabrillo

Expansión

¡ Ya somos los primeros !

¡ Ya somos los primeros !

¡Qué razón tenía nuestro siempre infravalorado Presidente! Hay que ver la cantidad de bromas que se le han hecho por eso que dijo de que España estaba en la champions league… Pura envidia. El tiempo pone a cada cual en su sitio y los datos se imponen: ¡¡¡Ya somos los primeros!!!

Y es que, amigos, España ha conseguido ser el país con mayor porcentaje de personas en paro de toda la Unión Europea. ¡Toma esa!  Ya hemos  conseguido superar a los tres países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania. Nada de ser unos más entre ellos: los primeros, por delante de los tres. Toma ya, que vengan ahora estos criticones que no reconocen la autoritas del gemelo blanco del líder planetario a decir que no estamos en la champions.  ¡¡Estamos en la champions y somos campeones!!

Y para que se fastidien los agoreros, los que nunca creyeron que España podría llegar a superar a todos los países de la Eurozona, quiero destacar algunos de los datos que recoge la encuesta de Eurostat con datos del mes de julio de 2010. España es líder, llega al 20,3 de parados, frente al ridículo 10% de media y el escandaloso 3,8% de Austria. También somos los primeros en tasa de paro masculina y los primeros en tasa de paro femenina, porque aunque ambos colectivos han  crecido en el conjunto de la Eurozona nosotros, los españoles, nos hemos aplicado más y hemos conseguido superarles.

Pero el colectivo en el que somos supercampeones es el de los jóvenes. Ahí sí que nos hemos aplicado: el desempleo juvenil alcanza en España el 41,2%, dos puntos y dos décimas más que hace tan sólo un año. ¿Qué creían los negativistas estos? Zapatero no da ni una sola puntada sin hilo; ¿O creen que él no es consciente de que el modelo educativo español iba a tener estas consecuencias? No hombres de dios, él lo sabe; y como prometió que íbamos a ser los primeros mantiene contra viento y marea un modelo educativo en diecisiete leyes educativas, sin modelo común para todo el territorio nacional; un modelo en el que el profesorado ha sido desposeído de su autoridad;  en el que la falta de motivación por el esfuerzo y la excelencia, son una constante; en el que  la imposición de modelos lingüísticos espanta a los mejores profesores y garantiza la caída constante de nivel de los alumnos. ¿Alguien creía que toda esta inversión destinada a cargarse la educación no iba a tener consecuencias? Descreídos que somos: el líder lo sabía y  cumple con su compromiso: seremos los primeros cueste lo que cueste y le cueste lo que le cueste.

Y luego está lo de su viaje por Oriente, proclamando y aclamando las virtudes de nuestro país y el tamaño de nuestro destino. Yo no sé por qué le critican por llevar  la Copa del Mundo de futbol para presumir ante los chinos.  Es que este es un país de envidiosos, señor. ¿Acaso no es él el Ministro de Deportes?

Y luego está lo del tamaño de nuestro futuro, que es enorme, como Miguelín. Ya, ya se que el futuro de los países (como el de las personas) no tiene tamaño; pero reconózcanme que es una frase original que nos obliga a mirar al muñeco y a pensar en su futuro, el del bebé. ¿Donde van las muñecas de los niños cuando estos se hacen mayores y se cansan de ellas? ¿Se reciclan? ¿Se tiran a la basura? ¿Se regalan a otros niños que quieran seguir jugando con ellas? ¿Le pasará eso a Miguelín? ¿A quien se lo darán? ¿Pasará algo similar con España? ¿Se la darán a alguien  (entera o a trozos, reciclada) a cambio de mantener en el poder al genio para que pueda seguir jugando?

En fin, a lo que íbamos: que somos los primeros. Y que hay que hacerle un homenaje y hasta una estatua a este hombre que nos ha llevado a la cima de la desesperación y el paro; a este hombre que en sólo seis años nos ha sacado del anonimato y nos ha sentado a la cabeza. Sí, ya se que alguno de ustedes dirá que nos ha colocado a la cabeza de los problemas de los europeos, que tenemos, como decía el otro día The Economist, un Presidente que contamina… Pero oigan, antes muertos que sencillos. ¿Hay algo más castizo, más español que eso?

Presidente, siga así. Ya queda poco camino por recorrer; apenas le queda un poco de soberanía que ceder; apenas alguna competencia exclusiva que utilizar. No descanse, no se desanime,  que si sigue usted con rectitud la senda que se ha marcado ni siquiera podrá utilizar la única competencia no compartida que le queda, la de convocar  elecciones. Si sigue usted su camino las elecciones se las va a convocar el PNV. Ánimo Presidente, usted sí que puede.

Del blog de Rosa Díez

La cruda realidad

La cruda realidad

Las cifras de paro registrado del mes de agosto han vuelto a poner a la economía española frente al espejo de su gran problema: el desempleo.

Tras cuatro meses consecutivos de descenso, en agosto se sumaron a las listas de los servicios públicos de empleo otras 61.083 personas en busca de trabajo. Es cierto que agosto es habitualmente un mal mes para el empleo, pues empiezan a vencer los contratos asociados a la actividad veraniega, pero eso mismo demuestra que los últimos descensos del paro registrado eran más un espejismo temporal que un cambio de tendencia del mercado laboral.

La caída de la afiliación de agosto (131.858 personas) es la menor en un mes de agosto desde 2005, pero conviene no olvidar que se produce sobre una base de empleo ya muy mermada. Además, la cifra del aumento del paro es la tercera peor en un mes de agosto, solo por detrás de las registradas en los desastrosos últimos dos años. Hay otros datos preocupantes. Del millón largo de contratos firmados en agosto, el 93,4% fueron temporales, una proporción que no se alcanzaba desde hace 12 años. Agosto es un mes propicio para la contratación temporal, modalidad que además se usa especialmente en tiempos de incertidumbre. Pero la conclusión es que de la reforma laboral -ya en vigor, aunque pendiente de aprobación en su versión definitiva- no hay ni rastro de efecto. Los contratos de fomento de la contratación indefinida, una de las apuestas estrella de la reforma laboral, caen un 40% con respecto al mismo mes de 2009.

Un informe divulgado ayer por la Organización Internacional del Trabajo y el Fondo Monetario Internacional muestra a España como el país donde más se ha incrementado la tasa de paro durante la crisis, pese a haber sufrido una contracción económica similar o incluso inferior a la de otras economías avanzadas. Y, lo que es peor, las previsiones indican que este incremento del desempleo, proveniente en su mayor parte del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y de la construcción, tardará mucho en ser reabsorbido.

Nada hay pues sobre la mesa que haga presagiar una mejora de la situación de aquí a final de año. La economía va a permanecer prácticamente estancada por los ajustes de gasto público y el menor tirón internacional. Ha bastado la llegada de septiembre para dejar al descubierto la fragilidad de la recuperación en España.

El Pais

Obama riñe a Zapatero

Obama riñe a Zapatero

Es lo que nos faltaba; o, a lo mejor, es lo que nos hacía falta. Y es que ha ocurrido lo que está convirtiéndose en una norma para este Gobierno de nuestros dolores, presidido por el otrora “talentudo” (de talante, no de talento), José Luís Rodríguez Zapatero: que nos han dicho desde fuera de nuestras fronteras lo que hacemos mal y lo que debemos de dejar de hacer.

Esta vez ha dido la Secretaría de Estado de los EEUU la que nos ha dicho que en España se vulneran los derechos humanos en materia de elección lingüística. Ahí es nada. Que el país amigo, el más amigo, el del Presidente que invita a orar a nuestro Presidente, el del Presidente que se fotografía con las niñas de Sonsoles y José Luis, nos incluya en el informe anual sobre los países que vulneran los derechos humanos en el mundo es uno de los chaparrones más destructivos contra la credibilidad de España que nos han caído en los últimos tiempos.

Los ciudadanos españoles ya se habían acostumbrado a que al Gobierno de Zapatero le den instrucciones en todos los idiomas imaginables (alemán, inglés, chino…) sobre economía. Llevamos unos cuantos meses en los que lo único útil para conseguir que nuestro Gobierno se atenga (siquiera mínimamente) a razones es que cualquier dirigente político, económico o financiero del mundo llame para dar instrucciones que hayan de ser traducidas al inquilino de la Moncloa. El que José Luís Rodríguez Zapatero haya de necesitar traductor o pinganillo para saber lo que tiene que hacer se ha convertido en la única garantía para que lo haga.

Lo hemos visto con la reforma del mercado de trabajo, con las medidas contra el déficit, con la reforma de las pensiones, con la reforma del sistema financiero… Lo de menos es si acierta o en el contenido de las decisiones: lo destacable es que hasta que se lo dicen en idioma que no conoce no muda su discurso ni sus acciones. Luego, como se precipita, cambia de posición a tontas y a locas y eso le lleva a no acertar en el fondo de las decisiones, como se verá en todas estas áreas que acabo de mencionar. Pero lo innegable es que basta que le hablen en otro idioma para que cambie de posición política.

Bueno, pues ahora le ha llegado el turno de que nos miren desde fuera  a la política lingüística, esa con la que el Gobierno lleva años empecinado en coartar los derechos fundamentales de los ciudadanos y en negar el derecho de los padres elegir la lengua en la que quieren que sus hijos sean educados o la lengua en la que quieren dirigirse y ser atendidos en y por la Administración. A esa vulneración de derechos le han llamado los socialistas (sumándose al discurso y a la práctica de los nacionalistas) “normalización lingüística”. A excluir el idioma común del espacio público, a perjudicar seriamente la competitividad y la cohesión de los ciudadanos españoles (especialmente de las clases sociales que más necesitan la ayuda del Estado) privándoles de la herramienta más poderosa, la lengua que hablan más de cuatrocientos millones de ciudadanos en el mundo, le han llamado “respetar la pluralidad lingüística”. Cada vez que lo hemos denunciado en sesión parlamentaria el Gobierno nos ha negado la evidencia. Yo le he preguntado al Presidente al respecto; y él me ha acusado de no decir la verdad; le he preguntado a la Vicepresidenta; y ella ha negado tal extremo; he presentado una Proposición de Ley, una Proposición no de ley, una interpelación, una moción…. Y el PSOE (junto con todos los nacionalistas e Izquierda Unida) siempre han votado en contra. El PP ha votado a favor; pero ha practicado una política similar a aquella que denuncia en las Cortes tanto en Valencia, como en Baleares como en Galicia, tras el advenimiento de Feijoó, tal y como denuncia la Plataforma Galicia Bilingüe.

Por eso decía al principio de este artículo que a lo mejor lo que nos ha ocurrido con el informe de la Secretaría de Estado de los EEUU termina siendo además de lo que nos faltaba (que de veras lo es, hay que ver que vergüenza) lo que nos hacía falta. Y quizá Zapatero, ahora que es el líder mundial el que le riñe por vulnerar los derechos humanos de los españoles, modifica su posición y empieza a respetarlos. Claro que para eso Obama tendrá que amenazarle con retirarle el saludo, o algo así. Porque el que España aparezca en ese informe  junto a países conocidos en todo el mundo por su falta de democracia y libertades  no será suficiente acicate para nuestro “líder planetario”, entretenido como está en demostrar su neutralidad y no apoyar a ningún candidato ( o candidata) en las primarias de su partido en Madrid. Pero ese es otro asunto, así que vamos a dejarlo.

Quedémonos con el titular y la noticia: “Zapatero cambiará su política lingüística siguiendo las instrucciones de Obama”. Que el dios del líder planetario de verdad nos oiga.

Del Blog de Rosa Díez

Así No

Así No

El jueves pasado se produjo en el Congreso de los Diputados un debate un tanto tramposo: quien no apoye las medidas que nos propone el Gobierno será el responsable de que se hunda España.

Esta trampa está basada en dos mentiras difundidas por el Gobierno, el PSOE y la práctica totalidad de los medios de comunicación: hay que reducir el déficit, por muy doloroso que sea, y hay que hacerlo de esta manera. Además (esta es otra derivada) lo que vamos a hacer en España es lo mismo que han hecho el resto de los Gobiernos de Europa.

Pues ni lo uno ni lo otro se corresponde con la realidad. Sin abundar demasiado, si merece la pena repasar por qué hemos llegado a esta situación. Sólo con que el Gobierno hubiera renunciado a instaurar medidas populistas tales como la deducción de los 400 euros (6.000 millones), los cheques bebé (1.090 millones) la rebaja en el impuesto de Sociedades (8.972 millones o la supresión del Impuesto de Patrimonio (2.300 mi8llones), nos hubiéramos ahorrado más de los 15.000 millones que estamos obligados a reducir y podríamos dedicar todos nuestros esfuerzos a impulsar e implementar medidas para generar riqueza y crear empleo. O sea, para ingresar más recursos, disminuir la tasa de parados y destinar los fondos a actividades productivas.

Es importante que recordemos eso antes de analizar las propuestas alternativas a las medidas que nos propone el Gobierno. Es importante recordar que estamos en esta situación por la mala cabeza de nuestros gobernantes. Porque quien nos ha metido en el agujero en un ejercicio de irresponsabilidad difícilmente ha de merecer nuestra confianza para sacarnos de él.

Vayamos ahora a las dos falsas premisas: sólo puede hacerse esto y es así como lo hacen en Europa.

En primer lugar no hay por que apoyar unas medidas antisociales regresivas e injustas. El hecho de que sean, además, dolorosas, como le gusta decir al Presidente Zapatero (a partir de ahora, El Ausente), no las convierte en necesarias. Hay que reducir el déficit, sí; pero se puede hacer de otra manera. Por ejemplo obligando a las CCAA a utilizar, para la gestión de sus competencias, las mejores practicas de las tres mejores. Solamente con eso, sin eliminar competencias ni privar a los ciudadanos de ninguno de los servicios que les prestan, se ahorrarían 26.108 millones de euros al año; mucho más que lo que estamos obligados a reducir de nuestro déficit en dos ejercicios.

Un detalle: este decreto, en relación con la situación de los empleados públicos, va a ser fuente de discriminación. Ya ha empezado a producirse los primeros ejemplos: Patxi López, el lehendakari socialista, ya ha anunciado que los funcionarios vascos tendrán una disminución media del 2%. O sea que, con el dinero de todos los españoles vía Cupo, podrán permitirse aumentar la diferencia salarial con los funcionarios que dependen de la Administración General del Estado. Y seguro que no es el único ejemplo de ruptura del principio general de igualdad; y, desgraciadamente, no espero que el Gobierno no utiliza los recursos constitucionales que están en su mano para evitar esa nueva tropelía. Conclusión: los que asumirán la parte más dura del recorte serán los que ya están en peores condiciones comparativas: los guardias civiles, los policías nacionales, el personal sanitario o docente que depende de las Administración General del estado, los militares… Los de siempre, los que ya están peor pagados.

En segundo lugar, no es cierto que en Europa se estén haciendo las cosas de la misma manera. Este es el único Gobierno de un país europeo que no tiene mayoría parlamentaria ni pactos de gobierno. Alemania, Francia o Reino Unido tienen sólidos pactos de Gobierno; y Portugal, que no lo tiene, pactó con las fuerzas de la oposición antes de llevar la propuesta al Parlamento. Sólo este Presidente, tan soberbio como Ausente, es capaz de pedir a los ciudadanos adhesiones inquebrantable. Y sólo en España hay una clase mediática incapaz de analizar con sencillez todas estas cuestiones que les estoy relatando. Sólo en este país, con tan poca historia democrática, con tan poco cuajo, se puede escuchar debates mediáticos como los que llevo oyendo estos días: es a la oposición a la que le corresponde aprobar las medidas del Gobierno y no el Gobierno el que tiene la obligación de buscar acuerdos y obtener mayorías escuchando e incorporando las propuestas de los demás.

Pero por mucho dramatismo que se le quisiera dar al debate del jueves, este ha pasado y todo sigue igual. No hay más confianza en España porque no la puede haber mientras exista al frente del Gobierno alguien que ni ve, ni oye ni entiende. ¿Quién prestaría dinero o invertiría en un país en el que el Gobierno alega que no puede intervenir sobre el cincuenta y cinco por ciento del gasto público? ¿Quién prestaría dinero o compraría deuda a un país que tiene una parte importantísima de su sistema financiero a punto de ser intervenido por el Banco de España?

De otra parte, y es lo más grave, todo el mundo sabe que el hecho diferencial de España, aparte de lo que acabo de reseñar, es que aquí la crisis es política, está en las instituciones. Lo que ha quebrado en España es la política; llevamos tantos años (seis, para ser más exactos) afirmando desde el Gobierno de la Nación y desde el partido que lo soporta lo importante que es la diferencia que ya no hay nadie que defienda lo común. Cuando en Alemania hay problemas, hay alemanes dispuestos a defender a su país, que es tanto como defender el futuro de las nuevas generaciones. Pero en España, con tanto discurso particularista, con tanto empeño en dividirnos (no sólo ideológicamente sino también territorialmente) este PSOE y este Gobierno presidido por el Ausente han conseguido que no haya españoles; aquí hay vascos, andaluces, catalanes, castellano manchegos, valencianos, aragoneses…; pero faltan españoles. Faltan voces que defiendan lo común, lo que es de todos, la idea de España, la ciudadanía, la igualdad.

No sé cuando nos vamos a dar cuenta de que estamos ante una emergencia nacional. En todo caso sólo si nos dan la oportunidad de decidir quien y como nos gobiernan podremos asumir la responsabilidad de dar la vuelta a esta situación. Por eso sigo exigiendo al Ausente que deje de seguir las instrucciones que sólo entiende poniéndose el pinganillo y nos deje a los españoles decidir nuestro futuro.

Del blog de Rosa Díez