Robin Hood o el Sheriff de Nottingham, qué más da
Hace justamente cuatro días comentábamos aquí la cualidad principal de Zapatero, un Señor clemente, pero justo, que premia a los buenos, sí, si las condiciones climáticas (el Señor y los Suyos dirían ’climatológicas’) lo permiten, y castiga a los malos. O sea, a los ricos. Él mismo lo anunciaba dos días después, en la portada de El País del pasado sábado que hoy reproducimos en primer lugar: No ha podido ser, pero no por falta de ganas, sino de oportunidad. Ahora no toca, pero ya les pillaremos más delante.
En realidad, este Robin Hood castellano-leonés ya había dejado constancia de su programa máximo a finales de 2008. ¿En otras circunstancias? No, según sus propias palabras todo el mundo (se supone que incluído Él) se enteró de que estábamos en crisis en el otoño de 2008, con el cataclismo de Wall Street. O sea, que en la fecha en que se publicó la segunda portada, se había descubierto la estafa de Madoff y habían quebrado Lehman Brothers y Goldman Sachs. O sea, que estábamos en plena crisis cuando Zapatero decidió bajarles los impuestos a los ricos.
El Gobierno rebajó la tributación de los directivos y socios de las entidades financieras cuando obtienen rendimientos de capital mobiliario de sus propias entidades, de tal forma que dichos rendimientos tributasen, al 18% y no al tipo marginal que que corresponda a estos contribuyentes. Que sería para ellos el 43%. Y con efectos retroactivos desde el 1 de enero de 2008.
Él no ha cambiado, son las circunstancias que le llevan a comportarse, ora como Robin Hood, ora como el sheriff de Nottingham.
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