La confusión del Gobierno en política fiscal
Si finalmente se sube el IVA, no solo se penalizará más a quienes menos poder adquisitivo tienen, los que necesitan todos sus ingresos para vivir, sino que supondrá un freno para la reactivación del consumo y la recuperación económica.
La puesta en escena no ha sido uno de los puntos fuertes de los gobiernos de Zapatero (es tan deficiente que puede arruinar el mejor guión) pero ha sido en la crisis cuando ha quedado patente las dificultades que tiene para comunicarse con la ciudadanía. Lo peor no ha sido la tardanza en reconocer la difícil situación económica, en un intento de proyectar optimismo sin base real, sino que da la impresión de no tener claro que es lo que hay que hacer. Bueno, en honor a la verdad, por lo menos sí tiene claro que hay que pactar con los agentes sociales cualquier reforma del mercado laboral y mantener la protección social (que no es poco), pero incluso esto, la ayuda a los parados, lo hace con una sensación de improvisación que debilita el peso político de la medida.
Con todo, donde más desconcierto está generando es en lo relativo a la política fiscal. Claro que no es de extrañar el desconcierto, la poca claridad que transmiten, cuando el presidente Zapatero parece que considera los impuestos un mal necesario en lugar de un mecanismo de redistribución de las rentas, un factor fundamental de cohesión social. Por eso dice que bajarlos es de izquierdas, que la subida que propone es limitada y transitoria, o hace tanto hincapié en que, aun con la subida, la carga impositiva será menor que cuando ellos llegaron al gobierno.
El Gobierno debería hacer pedagogía política y explicar que sin impuestos no hay Estado, y mucho menos Estado del Bienestar, que en los países nórdicos, que a veces tomamos como referencia por sus sistemas de protección social, su economía competitiva o la calidad de sus servicios, la carga impositiva es entre 6 y 10 puntos del PIB mayor que en España. Pero sobre todo el Gobierno debería aprovechar la ocasión para pactar con la izquierda parlamentaria un modelo fiscal progresivo, que tenga en cuenta la suma total de ingresos y que corrija las medidas generalistas (400 Euros, cheque bebe…) tomadas en los últimos años.
Sin embargo, la confusión ideológica de que hace gala el Gobierno, le lleva, en la actual coyuntura, a apostar por que sea la subida del IVA el factor principal de recaudación para disminuir el déficit. Dicen que no quieren penalizar las rentas del trabajo (no importa que estas sean las de los directivos de los grandes bancos), como si por ser del trabajo fuesen intocables, en cambio no les importa subir el IVA argumentando que es un impuesto progresivo, ya que cuanto más se consume más se paga (así lo explican dirigentes socialistas como Jesús Caldera o Marcelino Iglesias, presidente del Gobierno de Aragón).
Si finalmente se sube el IVA, no solo se penalizará más a quienes menos poder adquisitivo tienen, los que necesitan todos sus ingresos para vivir, sino que supondrá un freno para la reactivación del consumo y la recuperación económica. No creo que sea la mejor manera de superar el bache por el que está pasando el Gobierno, ni de que su presidente recupere parte del apoyo popular perdido en los últimos meses.
Enrique Tordesillas es colaborador de El Periódico de Aragón y Radio Zaragoza y miembro del Observatorio de la Fundación 1º de Mayo "Sindicalismo y cambio en el mundo del trabajo".
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