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Las 5 razones que explican por qué acabas siendo tan infeliz en el trabajo

Las 5 razones que explican por qué acabas siendo tan infeliz en el trabajo

La búsqueda de la felicidad es una de las máximas vitales a las que siempre ha aspirado el ser humano. Las fórmulas para alcanzarla son muchas y muy variadas, dependiendo de los condicionantes socioeconómicos, educativos o culturales de cada uno, pues no se trata de un término absoluto al que se puedan aplicar los mismos parámetros a todo el mundo. Cada persona cuenta con su propio ideal de felicidad y, lo único que sí es común, es que “debemos cultivarlo todos los días”, según insiste el coach en crecimiento personal y autor de una treintena de libros sobre este tema Jeff Haden. Sin embargo, cuando nos sentimos infelices, añade el coach, solemos justificarnos relacionando esta sensación con “la mala suerte, la falta de oportunidades o la influencia negativa de terceras personas”. Nada más lejos de la realidad: “El problema está en uno mismo”.

Para Haden, el único motivo de que nos invada la infelicidad tiene que ver con que “nosotros mismos estamos dejando que esto suceda”. Según sus tesis, existen una serie de causas relacionadas con nuestra manera de pensar y actuar que potencian nuestro malestar. Identificarlas es el paso previo e imprescindible para tratar de superarlas y despejar así el camino hacia la felicidad.

Confundimos lo ganado por méritos con lo otorgado a dedo

En todas las organizaciones de tipo vertical, ya sean empresariales, políticas o sociales, existen luchas internas entre sus miembros para posicionarse en lo más alto. Los denominados ‘trepas’ son aquellas personas que logran salir beneficiadas de este juego político en el que poco cuentan los verdaderos méritos. Tanto el éxito como el fracaso son conceptos que, en estos casos, están fuera de nuestro control. En realidad dependen de impulsos, caprichos o decisiones subjetivas de terceras personas con capacidad de decisión en la organización, y que tienen más que ver con lo bien o lo mal que les caiga el subordinado en cuestión.

Los logros reales se basan en parámetros objetivos vinculados a los méritos, por lo que no pueden ser ni regalados ni quitados. Este tipo de éxito es el que nos produce una verdadera satisfacción que, además, será duradera y no dependerá de la intervención de terceras personas.

El miedo al ‘qué dirán’ nos paraliza

Casi con total seguridad, cuando uno trata de innovar, ser uno mismo y hacer cosas nuevas pronto se convertirá en tema de conversación de los demás (y no precisamente de forma positiva). Lo fácil en estos casos, apunta Haden, es no salirse de la senda y hacer lo mismo que el resto. Sin embargo, con esta actitud solo se logrará ser un infeliz. Para el coach, es necesario que cada uno siga su propio camino, por lo que si somos tema de conversación entre las personas de nuestro entorno significa que “estamos haciendo lo correcto”.

Buscamos la satisfacción mediante la adquisición

El tener no es lo mismo que el ser. La satisfacción que se obtiene cada vez que compramos algo nuevo se limita a un breve periodo de tiempo, después del cual volvemos a tener la necesidad de seguir comprando. Se trata de “un ciclo adictivo” que nos proporciona una satisfacción muy localizada en el tiempo y una insatisfacción casi constante.

Para el coach, “la satisfacción duradera y real tiene que ver con el hacer, en lugar de con el tener”. Entre sus recomendaciones para cultivar este “hacer positivo” se encuentra el voluntariado y todos aquellos gestos que tengan que ver con ayudar a los demás.

Nos pasamos la vida esperando a tener ‘la gran idea’

No hace falta estar buscando eternamente una gran idea que nos lleve a emprender el proyecto más importante de nuestra vida, pues quizá ni tengamos las habilidades, la experiencia o la financiación para convertirla en realidad. Por otra parte, es probable que esta no llegue jamás. Lo que sí es probable que lleguen son las pequeñas ideas, que sí hay que ir intentando poner en práctica, en la medida de lo posible, e ir alcanzado así metas más modestas. “La felicidad es un proceso, y éstos se basan en acciones, por lo que es recomendable poner a prueba las pequeñas ideas cuando nos sea posible”, apunta Haden.

Creemos que el currículum es un fin, no un medio

La experiencia y los logros laborales no son más que una tarjeta de presentación, a modo de memoria de lo que hemos aprendido para seguir poniéndonos metas y aumentar nuestros conocimientos. El currículum debería enfocarse, según insiste el coach, en reflejar nuestras metas y sueños para así orientarnos hacia dónde queremos llegar y qué tenemos que hacer para ello. Los currículum son un medio, no un fin.

El Confidencial

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