España envidia el modelo alemán de reajuste laboral
El ’Kurzarbeit’ es una forma de mantener el empleo sin perjudicar la productividad | En la inmensa planta de Hamburgo, los 10.000 trabajadores tienen bolsa de horas.
España quiere aprender de Alemania en esta crisis. Y la adopción del modelo de flexibilidad interna alemana ha demostrado ser un buen colchón para tiempos de crisis. El Kurzarbeit alemán –reducciones de jornada laboral parcialmente subvencionadas por el Estado– es un método útil para evitar que el desempleo se extienda desde el masacrado segmento de los trabajadores temporales hasta los sectores más productivos de la economía española, como en las plantas del automóvil, prolongando con ello la recesión.
Pero estas medidas de oferta –supply side– no dejan de ser un parche para atajar la situación. A medio plazo, la clave para la recuperación en la zona euro y en España en concreto tiene que ver con la demanda. Y, en este sentido, Alemania puede aprender algo de España. Concretamente, que no es pecado expandir la demanda interna de manera agresiva y generar un déficit comercial.
El modelo del Kurzarbeit "es una buena forma de mantener el empleo sin perjudicar la productividad", afirma el economista alemana Alfred Kleinnecht. "Para España, en estos momentos es mejor reducir costes laborales mediante la reducción de la jornada laboral que la desregulación del mercado de trabajo", dice. Si en España la situación presupuestaria no aguanta, "habría que negociar con los sindicatos recortes de salarios provisionales mediante más tiempo libre", cuenta Kleinnecht.
El sistema de flexibilidad interna tiene varias ventajas frente al sistema de flexibilidad externa –es decir, baja protección del empleo, lo que permite despidos masivos–, el habitual en las economías anglosajonas, según plantea Kleinnecht. A largo plazo, si se opta por la desregulación y la fragmentación de los convenios colectivos para reducir los salarios en la economía pero manteniendo o elevando las horas de trabajo, "acabas creando puestos de trabajo de bajo coste y menos productividad", dice Kleinnecht.
Según su investigación, es precisamente lo que ha ocurrido en Italia y en Holanda, donde "las empresas más innovadoras pagan salarios más altos y se ven perjudicadas frente a la competencia cuando se permite bajos salarios". En Alemania la productividad , tras caer este año, se recuperará rápidamente, dice.
Hay métodos de flexibilidad interna que no requieren de las subvenciones públicas. En la gigantesca planta de Airbus en Hamburgo, por ejemplo, donde trabajan 10.000 personas, se han creado cuentas de horas de trabajo para ajustar el volumen de empleo al volátil ciclo de la industria aeronáutica.
En fases de producción intensiva y jornadas laborales de doce o quince horas, el trabajador ingresa horas en la cuenta; en momentos de baja, esto aumenta sus horas de ocio. Gracias a ello, Airbus "cuenta con herramientas flexibles para evitar despidos y simultáneamente lograr sus objetivos de producción", explica Thomas Kieselbach, del Instituto de Psicología y Trabajo, en Bremen. Es un sistema que, en realidad, incentiva el ahorro en tiempos de auge. Se empiezan ya a crear esas cuentas en otros sectores altamente cíclicos como la construcción.
Muchos economistas españoles y el Banco de España –admiradores aún del modelo de desregulación laboral anglosajón pese a la debacle de su gemelo, el modelo de desregulación financiera– han advertido que el Kurzarbeit no ayudará a la reestructuración del empleo en España desde sectores de baja productividad a sectores de elevada productividad. Y es cierto. Ese no es su objetivo. "No es un mecanismo de reestructuración, sino que evita la pérdida de trabajadores cualificados hasta que se supera el momento bajo del ciclo", afirma Karl Brenke, del DIW, en Berlín. La flexibilidad interna, en realidad, evita que un ciclo provisional bajista suponga asumir los costes de una reestructuración innecesaria.
Hasta ayuda a suavizar ese ciclo al crear un colchón para la demanda en tiempos de crisis. Es precisamente lo que ha ocurrido en Alemania, donde "el consumo no se ha visto afectado por la recesión –el PIB se ha desplomado un 5%– y el colapso de las exportaciones", dice Brenke. El paro apenas ha subido en Alemania.
Pero, mientras las reformas en el mercado de trabajo y los recortes salariales provisionales pueden mitigar la crisis cíclica del empleo, el verdadero problema en España –y en Europa– es la demanda. "España está sufriendo un colapso masivo de la demanda agregada que no tiene nada que ver con el mercado de trabajo, sino con la crisis de la vivienda y el paro", dice John Schmitt, economista responsable de análisis laboral del instituto keynesiano Center for Economic Policy, en Washington. Y lo último que se debe hacer para regenerar la demanda agregada en la eurozona es una sucesión de recortes salariales competitivos.
LA VANGUARDIA
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