Algunas dudas acerca de la Gripe A que nadie sabe (o quiere) responder
La gripe A dura, de media, siete días con tratamiento y una semana sin él. Lo dicen los médicos que se niegan a inyectarse la vacuna que los inmunizaría frente al nuevo virus. Las autoridades sanitarias les pide que lo hagan por ética profesional y ellos alegan que la seguridad de la vacuna no es el problema, aunque sí ponen en duda que sea eficaz. De hecho, se preguntan por qué los fabricantes han declinado responsabilidades en los gobiernos, “que le han metido prisas por motivos no sanitarios, sino políticos”. En Francia, sólo se ha vacunado el 10% de los sanitarios desde que comenzó el calendario de vacunación a finales de octubre. “A estas alturas del año y de epidemia, sería como vacunarse de la gripe estacional pasado febrero. Una pérdida de tiempo”, informan las mismas fuentes.
Otro dicho que viene como anillo al dedo es aquél que reza como mal de muchos, bien de pocos. Los gobiernos de todo el mundo pagarán por el antídoto contra la gripe más de 4.000 millones de euros. Según un informe de JP Morgan, los principales Estados han pedido más de 600 millones de dosis, y su valor estimado supera los 3.000 millones de euros. Una cantidad a la que falta por añadir la demanda de los países emergentes. Sin duda, la cepa de la gripe A se ha traducido en un beneficio seguro para las farmacéuticas, que quieren cerrar el ejercicio en positivo gracias a la investigación, producción y comercialización de las vacunas. Según el pronóstico del banco de inversión, el valor de mercado de la farmacéutica británica Glaxo se elevará medio punto porcentual, y el de la suiza Novartis subirá un 0,4% gracias a la gripe. Ambas compañías producen unos 170 millones de vacunas cada una. Si funcionan, salvarán este nefasto año con unos ingresos de 800 millones de euros.
¿Miedo o tranquilidad?
Cuando en 2005 la OMS pronosticó que podrían morir de gripe aviar hasta 7 millones de personas, se desató el pánico en el mundo. Después hubo sólo 262 muertes. Hubo un gravísimo error de precisión. Sobre la vacuna contra la gripe A se sabe muy poco, y muchos de los que saben algo prefieren mantenerse al margen de ofrecer declaraciones. Teresa Forcades es una monja benedictina que saltó a la actualidad hace más o menos un mes desmontando a la gripe A. Insistió en recordar lo que sucedió en 1976 en Estados Unidos con una vacuna parecida que también se elaboró contra reloj por el peligro de la pandemia. El resultado, según la revolucionaria monja, fue una epidemia de efectos adversos graves (el síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad neurológica) que obligó a parar la vacunación. Por eso los médicos en contra de la vacunación alegan que las prisas no son buenas para nada, y menos para parar una gripe como la A, que tiene tan baja mortalidad. Fuentes médicas reconocen que conviene no repetir el error producido en 1976. En todo caso, dicen que debería exigirse la firma de un “consentimiento informado” que deje claro los beneficios y los riesgos, hasta ahora inexistente. Ante los daños, los Estados, y no la industria farmacéutica, son los que responderán ante las reclamaciones.
Forcades también alertaba de que la mayoría de los laboratorios han diseñado vacunas en dos dosis, que deben sumarse a la vacuna de la gripe estacional, “algo que nunca se ha hecho y que multiplica por tres los posibles efectos adversos”. Efectos que, hasta que no hagan mella en los primeros vacunados, no se comunicarán.
Saber si uno ha pasado la gripe A o la estacional tampoco parece tener mucha relevancia. “En realidad da igual. Los consejos son los mismos, y la prueba no añade la seguridad de no tener la gripe A”. No hay que olvidar que todos los virus son muy listos, y si le da por mutar, dejará obsoleta la vacuna. ¿Qué pasaría entonces con los 37 millones de dosis que España compró?
Tampoco hay que olvidar que un niño o un adulto, además de la gripe A, puede tener otras enfermedades. Durante el tiempo que dure la pandemia, todos los días seguirá habiendo infartos de miocardio, apendicitis, insuficiencias cardiacas, diabetes, asma, depresión, esquizofrenia y las otras mil enfermedades que requieren atención médica. No todo es por culpa de la gripe A. Aunque el individuo la tenga metida en el cuerpo.
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