Discriminación rentable
Un estudio concluye que las políticas de género en el ámbito empresarial contribuyen a mantener la desigualdad.
Las políticas de género en el ámbito laboral y empresarial que se están aplicando en los últimos años no cumplen con los objetivos marcados. Más aún, los datos estadísticos y estudios elaborados para medir el desequilibrio actual entre hombres y mujeres en la empresa contribuyen a perpetuar dichas diferencias. En esta línea se desarrolla el trabajo de la economista e investigadora de la Universidad de La Laguna, Noemí Padrón, que ha estudiado el fenómeno para elaborar su informe Teoría económica de la discriminación de género y que ha participado en el I congreso internacional de liderazgo femenino, celebrado durante esta semana en Barcelona.
Según las primeras conclusiones de su estudio, "la discriminación aumenta los beneficios de las empresas y por eso todas las empresas discriminan", explica Padrón. Según la investigadora, "las estadísticas que indican que las mujeres cobran entre un 20% y un 35% menos que los hombres en los mismos puestos contribuyen a perpetuar estas mismas diferencias salariales". Y este mismo efecto se produce con el resto de los estudios que analizan la desigualdad en el mercado laboral: "La publicación de estos datos retroalimenta los estereotipos de género en el mercado laboral y produce, en muchos casos, dinámicas socioeconómicas contraproducentes para el grupo que se desea ayudar".
Los estereotipos relacionados con la mujer y el mundo laboral abarcan desde los salarios más bajos para la misma función hasta la necesidad de implantar políticas de conciliación en las empresas o la baja productividad de las mujeres en determinados grupos de edad provocada por su dedicación a la familia. "Estudiar estos parámetros en función del género perjudica a la mujer", añade la investigadora canaria.
Para Noemí Padrón, la estrategia desarrollada por el Gobierno Zapatero - a través de la ley de Igualdad y de la creación de un Ministerio de Igualdad-no es el camino. "La aproximación a las diferencias de género a través de la igualdad es todavía muy ingenua; el siguiente paso sería desactivar la igualdad y la paridad para empezar a introducir parámetros como la identidad y el comportamiento estratégico individual", argumenta.
Y mientras la empresa sigue obteniendo rentabilidad de la discriminación basada en los estereotipos de género, la sociedad pierde toneladas de talento y la enorme inversión en tiempo y dinero que ha invertido en formar a las mujeres profesionales. Según Anna Mercadé, investigadora de la Cambra de Comerç de Barcelona especializada en mujer y empresa, la pérdida del talento femenino supone un coste de 1.000 millones de euros sólo en Catalunya. Esta cifra mide la inversión realizada en formación de mujeres que abandonan su carrera o no alcanzan un cargo correspondiente a su capacidad, básicamente porque "las organizaciones han sido creadas por hombres y la cultura empresarial es masculina", identifica Mercadé.
Diferencias salariales y de presencia
El nivel de estudios es una de las características relevantes que influyen en el nivel de salarios de los trabajadores y refleja la diferencia entre hombres y mujeres al comparar trabajos homogéneos en la titulación. En general, sin tener en cuenta otras características como la edad y la antigüedad en el puesto de trabajo, el salario anual de las mujeres fue inferior en un 30% o más al de los hombres en todos los niveles de estudios. La diferencia se incrementa tal como aumenta el nivel de estudios: en el caso de diplomatura, el gap es del 30,4%, mientras que en el nivel más alto, el de licenciados e ingenieros superiores, ellos cobran un 34% más.
Temporalidad y sexos
Parámetros como la mayor incidencia del empleo femenino en los trabajos a tiempo parcial forman parte de la precariedad del entorno laboral de las mujeres. Según el informe Hombre y mujer 2009,publicado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística, el principal motivo por el que las mujeres han aceptado un empleo a tiempo parcial no es el intento de conciliación o las obligaciones familiares: el 38% de mujeres manifiestan que lo hacen porque "no han encontrado un trabajo a jornada completa". En el caso de los hombres, esta cifra asciende hasta el 40,5%, sólo dos puntos y medio más que las mujeres. El 23,3% de las mujeres ocupadas tiene jornada parcial, mientras que en el caso de los hombres este porcentaje es del 4,4%.
AINTZANE GASTESI
La Vanguardia
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