El mercado laboral español 'invita' a las mujeres a no estudiar
Esta semana se ha dado a conocer el último informe sobre el panorama de la educación española con datos referidos a 2007, y más allá del trazo grueso sobre la cuestión, el análisis de algunos datos concluye en una realidad desgarradora: el mercado laboral español ’invita’ a las mujeres a no estudiar. Porque en caso de que lo hagan, de que decidan adquirir algún tipo de formación académica, difícilmente tendrán acomodo en empresas afincadas en España.
Del gráfico que cruza los datos de desempleo con el nivel de formación por sexos se desprende, en primer lugar, que la tasa de paro de las mujeres dobla a la de los varones en todos y cada uno de los estratos educativos. Las mujeres que no han cursado más que estudios primarios tienen una tasa del 14% frente al 7% de desempleo que sufren los hombres con el mismo nivel formativo.
Entre aquellas que decidieron estudiar hasta Bachillerato o hasta algún ciclo formativo de grado medio, el paro es del 9%; muy superior al 5% que afecta a sus compañeros. Del mismo modo, la tasa de desempleo entre las licenciadas, del 8%, es significativamente superior al 4% de los licenciados. El caso de las doctoradas es especialmente sangrante, porque a pesar de que las mujeres sólo representaban el 35% de las personas que alcanzan ese nivel de formación, el paro se ceba con ellas y su tasa de desempleo vuelve a doblar la de sus colegas varones.
Frente a esta realidad española, los datos dicen que tanto en la UE-19 como en los países de la OCDE las diferencias en las tasas de paro entre hombres y mujeres no son superiores a dos puntos porcentuales.
“Los empresarios actúan desde el prejuicio”
En opinión de Cecilia Castaño, catedrática de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid, estos datos constatan que a las mujeres se les exigen más credenciales profesionales a la hora de acceder a un puesto de trabajo que a los hombres. Y añade que "si los empresarios se movieran por los principios de la lógica económica, contratarían indistintamente la mano de obra formada masculina y femenina, pero no es así. Casi todos actúan desde el prejuicio".
Los trabajos empíricos que ha realizado Castaño concluyen que incluso las mujeres ejecutivas sin cargas sufren el prejuicio de que es sobre sus espaldas (y sobre las de sus parejas varones) sobre las que recaería el peso de una potencial familia en caso de que decidiera tenerla. Y eso se tiene en cuenta a la hora de contratar.
Pero aún hay más. Las mujeres españolas que han estudiado una carrera universitaria o que han cursado un ciclo de formación profesional de grado superior sufren una tasa de paro mayor (8%) que aquellos varones que abandonaron los estudios después de la primaria (7%). Blanco sobre negro. Castaño apunta una explicación.
"El modelo de crecimiento económico de los últimos años se ha basado en el ladrillo, lo que significa que el empleo que se ha creado ha sido muy poco cualificado, y en un sector, el de la construcción, totalmente masculinizado". Y esto fue lo que hizo que las tasas de paro de ese segmento de la población bajaran. La cara mala de este fenómeno la están sufriendo los varones con la actual crisis, porque la tasa de paro de aquellos hombres que carecen de estudios ha aumentado del 9% al 25% en cuatro años, mientras que la de las mujeres ha subido del 14% al 24% en el mismo periodo.
Resulta ‘rentable’ estudiar
¿Qué motivos tienen las mujeres para continuar esforzándose en España y seguir estudiando si son sabedoras de que el mercado laboral no las quiere? Olga Salido, profesora titular de Sociología, cree que sí tienen razones. La más importante, destaca, es que la diferencia en las tasas de paro entre aquellas mujeres que no tienen estudios frente a las que han estudiado es de 7 puntos porcentuales. “De modo que sí les merece la pena, porque les va mucho en ello”, señala Salido. Y en cambio, esta diferencia en el caso de los hombres es de tan sólo 3 puntos porcentuales.
Esta misma semana se ha sabido que la economía española ha bajado hasta el puesto 33 en la clasificación de los países más competitivos elaborada por el Foro Económico Mundial, una variable que pasa, inevitablemente, por la inversión en innovación y por la cualificación de los trabajadores. Así las cosas, con una caída del PIB del 4% y un presupuesto en Educación de 3.000 millones de euros cabe preguntarse si la economía española puede permitirse prescindir de esa mano de obra cualificada. “De lo que no cabe lugar a dudas es que el nivel de estudios superiores no es igual de rentable entre un hombre y una mujer”, concluye Salido.
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