El que paga los platos rotos
Joaquín Leguina fue Presidente de la Comunidad de Madrid durante 12 años. Viejo socialista, con amplia experiencia política y muy poco miedo a la libertad a estas alturas de la vida, no siempre acierta en sus críticas pero siempre critica lo que cree necesario criticar. En una política de formas babosas y corrección fingida, de hipocresía moral y agendas ocultas, generalmente personales, son de agradecer reflexiones no siempre cómodas, pero siempre necesarias y útiles.
Como buen estadista y estadístico, Joaquín reflexiona con frecuencia sobre el reparto de las rentas y las cargas fiscales. Con frecuencia explica a quien quiere oírle que una parte importante de la recaudación del Estado, que luego nutre a las Comunidades Autónomas, procede del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Es un impuesto directo, que recauda directamente en función de tu renta. Es un impuesto universal porque todos estamos obligados a declarar sobre nuestros ingresos.
Leguina desmonta esta mentira. Ni universal, ni directo, ni justo. Resulta que los trabajadores, los que vivimos de un salario y cobramos por nómina, aportamos el 90 por ciento de todo el dinero recaudado por IRPF, cuando sólo representamos la mitad de la riqueza. Eso permite que estadísticamente, sólo estadísticamente, los trabajadores ganemos muchísimo más que los empresarios. Algo increíble, pero que pasa por bueno. Si tenemos en cuenta que el IRPF es el impuesto directo más importante, podemos concluir que somos los trabajadores los que mantenemos el tinglado económico del Estado y de las Comunidades Autónomas.
Aquí sólo pagamos nosotros, también los platos rotos, aunque nos cuenten, una y mil veces, que los ricos pagan menos para, ya ve usted que guasa, crear más empleo.
Como dice Joaquín, a la vista de estos datos, qué igualdad más rara.
Por Javier López, secretario general de CC.OO. de Madrid
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