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Congelación salarial: ¿positiva o negativa?

Congelación salarial: ¿positiva o negativa?

Sólo es coherente negociar recortes de sueldos en empresas con pérdidas continuadas.

La congelación salarial es objeto de debate, desencuentros y confrontaciones en el arduo diálogo social. La CEOE y otras patronales la preconizan, los trabajadores la aceptan in extremis para evitar la pérdida de ocupación. ¿Qué hacer con los salarios?

Cabe recordar que la contención en el aumento de las retribuciones de la mayoría de los trabajadores fue una constante durante el largo periodo 1996-2008. Los salarios representaban un 56,4% del PIB en 1996 y un 46,4% en 2006. No obstante, el modelo económico español no experimentó un cambio sustancial.

El aumento del excedente empresarial no se utilizó de forma suficiente en la modernización de la estructura productiva y conseguir que la competitividad de la economía española se igualara a la de la media de Unión Europea. Los países europeos con salarios más altos son los que presentan tasas de competitividad más elevadas, pues los salarios altos son un acicate para la introducción de innovaciones y la obtención de productos con mayor valor añadido. El excedente se ha destinado en demasía en España a inversiones especulativas (inmobiliarias, activos financieros...), pagar deudas financieras y reestructurar plantillas (jubilaciones anticipadas y despidos). Además, los contratos temporales y por obra han sido las formas de trabajo preferidas por muchas empresas por resultar menos costosas y más flexibles y han contribuido a que desapareciera prácticamente la formación dentro de las empresas.

Y ahora, ¿qué hacer? ¿Es positiva o negativa la congelación de salarios para paliar la situación crítica de nuestra economía? Éstos son los aspectos que hay que tener en cuenta:

Primero. La estructura productiva y la situación económica de las empresas son bastante heterogéneas. La congelación de salarios podría ayudar a subsistir a compañías con pérdidas continuadas, pero sólo las que adopten planes de renovación viables podrán permanecer y competir en los mercados. Sería preciso el compromiso de que el excedente obtenido por medio de la congelación de salarios fuera utilizado en inversiones productivas e innovadoras. Si no, es probable que tal medida ayudara a mantener un modelo pr

oductivo cuya competitividad se basa en exceso en salarios relativos bajos. La persistencia de una estructura productiva débil provocaría la quiebra de muchas empresas, el aumento de los despidos y una tendencia a la baja de los salarios.

Segundo. El consumo es uno de los elementos básicos del crecimiento de la economía, ya que la renta nacional es el resultado de la suma del consumo, la inversión y la diferencia entre exportaciones e importaciones. Es importante no constreñir el poder adquisitivo de los trabajadores porque sin demanda no hay producción.

Tercero. La congelación de salarios afecta a las expectativas que influyen en la toma de decisiones respecto a la inversión y al consumo.

Arbitrarla en una empresa puede generar la percepción de que se podrán evitar pérdidas o aumentar los beneficios, dada la posible mayor competitividad vía precios de sus productos en el mercado. Pero hemos visto que la obtención o la expectativa de obtener un mayor excedente empresarial no garantiza mayores inversiones. Y es factible que dicha medida se adopte por cada vez más empresas aduciendo la competencia vía precios que hacen o que pueden hacer los productos conseguidos con costos salariales más bajos.

Respecto al consumo, la congelación de salarios en una empresa con pérdidas continuadas puede ofrecer la expectativa de que la empresa permanecerá y puede inducir a sus trabajadores a que no reduzcan tanto el consumo. Pero crea una perspectiva ambivalente en el mundo laboral. Si bien puede aumentar el optimismo ante la posibilidad de que ayudará a coadyuvar la crisis, a la vez se percibe como una señal de las dificultades de nuestra economía, aumenta el temor a una reducción de los ingresos futuros y contribuye a la disminución del consumo.

Cuarto. La difusión de la congelación de salarios comportaría una involución en el modelo de sociedad del bienestar que, con dificultades, estamos configurando. Supondría una pérdida de poder adquisitivo para una gran mayoría de la población y aumentaría las desigualdades en la distribución de la renta. Disminuiría los ingresos del sector público y, con ello, su capacidad de realizar gasto social e inversiones necesarias para el desarrollo económico y social (infraestructuras, educación e I+D+i).

Quinto. La reducción de salarios puede ser la siguiente medida que se adopte y difunda si no se toman medidas suficientes para conseguir un tejido empresarial más innovador y perdura la crisis económica. El aumento de la competencia entre las empresas para captar una demanda con menor poder adquisitivo comportaría bajadas de precios que podrían generar un proceso deflacionario y alimentar la crisis económica.

Parece, pues, que sólo en los casos de empresas con pérdidas continuadas y con planes de inversión e innovación viables es coherente la negociación de una congelación temporal de los salarios. La crisis y la internacionalización de la economía muestran de forma radical que el crecimiento basado en demasía en salarios relativos bajos y la especulación inmobiliaria y financiera no tiene futuro. El futuro hay que fundamentarlo en la creatividad, la innovación y unas infraestructuras y servicios que permitan que la economía sea competitiva y que aumente el bienestar de las personas.

Carme Massana es profesora titular de Política Económica de la Universidad de Barcelona.
El Pais

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