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Estar en paro perjudica la salud

Estar en paro perjudica la salud

La Universidad de Harvard publica un estudio que demuestra la relación entre desempleo y enfermedad.

Quedarse sin trabajo no sólo supone un drama económico y personal: además, perjudica seriamente Así lo demuestra una investigación que acaba de hacer pública la Escuela de Salud Pública de Harvard con datos recogidos entre 1999 y 2003, pero cuyos resultados cobran plena vigencia en el actual contexto económico.

Según este estudio, los trabajadores que se quedan en el paro por causas ajenas a su voluntad tienen un 54% más de posibilidades de tener un estado de salud regular o malo durante el año y medio siguiente a la pérdida del empleo, en comparación con los profesionales que mantienen su puesto. En el caso de los desempleados sin antecedentes médicos este porcentaje aumenta hasta el 83%. Entre las enfermedades que, según el estudio, tienden a desarrollar estos trabajadores figuran hipertensión, diabetes y problemas cardiovasculares. "La pérdida de un empleo, como elemento de estrés, tiene un tremendo impacto tanto en la salud mental como en el estado físico y contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas", advierte David Williams, profesor de la Escuela de Salud Pública de Harvard.

Fernando García Benavides, director del Centro de Investigación en Salud Laboral (Cisal) de la Universitat Pompeu Fabra, asegura que los resultados del estudio de Harvard son extrapolables a España, con una diferencia: aquí los efectos del paro sobre la salud podrían ser mucho más acusados. "El estudio está elaborado en un entorno con bajas tasas de empleo donde los parados pueden recolocarse en poco tiempo - advierte Benavides-.En España esta situación se da de un modo mucho más grave, porque los parados tardarán mucho más en encontrar trabajo. El paro ya no es sólo una cuestión laboral, sino un problema de salud pública".

Los riesgos para la salud comienzan incluso antes de perder el empleo, cuando la persona siente una amenaza sobre su puesto de trabajo. Esto supone problemas de autoestima y de inseguridad en el trabajador, lo que le impide organizar bien su tiempo y sus relaciones sociales. "La persona empieza a sufrir problemas de sueño e irritabilidad y en casos extremos, depresión - explica Benavides-,y comienza a adoptar nuevos hábitos perjudiciales para salud". Así, las encuestas sobre drogas demuestran que los parados consumen más tabaco y alcohol. "Por otro lado, al ver disminuir sus ingresos los desempleados suelen descuidar su alimentación y consumen productos de menor calidad, además de practicar menos ejercicio físico", explica el profesor. Paralelamente se producen cambios hormonales que pueden desembocar en hipertensión o diabetes.

El Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud de CC. OO. (Istas) participa, junto a otros sindicatos europeos, en un proyecto liderado por la Fundación Emergence que pretende analizar en toda Europa el impacto del desempleo sobre la salud de los trabajadores. "En España apenas existen estudios porque siempre se ha entendido la salud laboral ligada sólo a los trabajadores en activo", lamenta Vicente López, director de Istas. En cambio, estas investigaciones son frecuentes en el mundo anglosajón. Así, según un estudio elaborado por el Labour Research Departament entre funcionarios británicos, la reducción de plantilla tiene una clara relación con los niveles de hipertensión. Otro estudio de la Escuela de Medicina del hospital Monte Sinaí de Nueva York demuestra además que los despidos están asociados al aumento de las lesiones músculo-esqueléticas e incluso diversas enfermedades mortales, así como un incremento de las bajas laborales entre los empleados que mantienen su puesto tras el reajuste. El motivo, según López, es que tras el recorte "aparece una carga extra de trabajo para los que quedan, por lo que su salud también se ve afectada".

Nuria Peláez
La Vanguardia

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