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¿Brotes verdes en la economía?

¿Brotes verdes en la economía?

Sería muy peligrosa la autocomplacencia de los gobiernos, en la creencia de que las medidas coyunturales están siendo suficientes, y que aparcaran las necesarias reformas de carácter estructural.

Se suman cada vez más voces al coro de quienes empiezan a percibir síntomas favorables sobre el fin de la recesión mundial. El presidente Obama abrió la veda al referirse recientemente a las “luces de esperanza” que se ven en la economía y ayer mismo abundaron en ello la OCDE y el presidente del BCE.

Trichet asegura que la economía mundial se encuentra en “un punto de inflexión” y el descenso del PIB “se ha ralentizado” en algunos casos y, en otros, incluso se aprecian repuntes.

También la OCDE aprecia signos de mejoría, y cita expresamente los casos de China y, en Europa, de Francia, Italia y Reino Unido. Estos indicios residen fundamentalmente en la recuperación generalizada de la mayoría de las bolsas mundiales, revitalización en China, mejora de la confianza en Alemania, encarecimiento del petróleo y mayor movimiento en el mercado inmobiliario estadounidense y británico.

Siempre son de agradecer este tipo de indicadores, pero por desgracia aún estamos lejos de poder asegurar que se ha conjurado el peligro. A lo sumo, lo que parece es que la contracción de la economía se está moderando.

Y eso en sí es una buena noticia. Pero nada garantiza aún que la economía mundial pueda remontar sin la respiración asistida de los potentes estímulos públicos a los que está sometida.

De igual manera que la normalización bancaria, requisito imprescindible para la recuperación, aún no se ha logrado. ¿Por qué si no se ha decidido Trichet a aparcar sus recelos y darle a la máquina de hacer dinero?

Hasta que la demanda privada, tanto la inversión como el consumo, no sean capaces de suplir las colosales sumas de gasto público para tirar del carro –y eso aún no ha ocurrido– no podremos hablar de recuperación. Sería muy peligrosa la autocomplacencia de los gobiernos, en la creencia de que las medidas coyunturales están siendo suficientes, y que aparcaran las necesarias reformas de carácter estructural.

En particular para España, cuyo Gobierno, muy satisfecho con los exiguos efectos de su tibia respuesta a la crisis, ha fiado la recuperación doméstica a la mejora de la situación internacional. Puede que, como dijo la vicepresidenta Salgado, se vean “brotes verdes”. Pero en todo caso están germinando tímidamente en la economía internacional; no así en la española, que los analistas coinciden en relegar al furgón de cola de la recuperación.

Autocomplacencia, apelación sistemática al gasto, negación de las reformas y fe ciega en la recuperación internacional constituyen el peor bagaje que podría tener este Gobierno para afrontar la recesión.

El debate sobre el estado de la nación, que hoy comienza, representa una buena oportunidad para que Zapatero concrete las necesarias reformas, aunque sean impopulares, para reactivar la economía. Sólo de esta manera estaría legitimado a pedir el respaldo del PP.

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