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¿Es ético llevarse al bebé al trabajo?

¿Es ético llevarse al bebé al trabajo?

Me parece razonable que la madre pueda ejercer la lactancia en su entorno labora.

Una de las dificultades más visibles en nuestro tipo de sociedades consiste en conciliar la vida laboral con las obligaciones que derivan de la maternidad y de la paternidad. El conflicto de lealtades está muy presente en la vida cotidiana y eso causa formas de culpabilidad y de malestar existencial que, de ningún modo, son deseables. Las exigencias de competitividad yde eficiencia crean un tipo de entorno donde el cuidado y la atención a los hijos resultan muy difíciles. El drama consiste en tener que elegir, en no poder desarrollar armónicamente el proyecto profesional que uno libremente elige y, a la vez, asumir las responsabilidades familiares.

El sistema tradicional ha sido superado, de tal modo que aquellos roles que se asignaban, por definición, al hombre y a la mujer se han transformado radicalmente; pero el nuevo marco de corresponsabilidad todavía está muy lejos de lo que debería ser. En la inmensa mayoría de los casos, la mujer carga, prácticamente, con todo el peso de la familia, además de tener que demostrar su valía profesional.

Los nostálgicos sienten añoranza de aquella sociedad en la que los roles estaban definidos claramente y cada uno sabía cuál era su lugar en el orden del mundo. Se olvidan estos de que en ese supuesto paraíso se coartaba la libertad y se amputaban las capacidades y los talentos de la mujer en el mundo profesional. Los movimientos de liberación y de emancipación del siglo XX abrieron un nuevo marco que, todavía hoy, y especialmente en el área del Mediterráneo, choca con los hábitos y las rutinas del entorno laboral.

Toda mujer tiene derecho a elegir su profesión, pero también a asumir su maternidad sin tener que sacrificar una en aras de la otra. Sin embargo, muchas veces no es así. En determinados cargos de responsabilidad se exige una vida unidimensional, en el sentido de Herbert Marcuse, dedicada íntegramente al trabajo, a la producción y a la rentabilidad. Eso hace prácticamente imposible el cuidado, la atención y la práctica de la maternidad. Las empresas deberían ser receptivas a esta situación y hacer todo lo posible para evitar situaciones embarazosas.

La revolución de los roles y de los hábitos de vida, de los sistemas de cuidado, no se ha acompañado de una revolución de los hábitos de trabajo. Me parece razonable que, en el periodo de lactancia, una madre pueda ejercer tal función en su entorno laboral, siempre y cuando pueda hacerlo en un ámbito privado donde se respete su intimidad. Lo que resulta inaceptable es tener que renunciar a esta experiencia por una organización laboral opaca a los cambios y transformaciones sociales.

FRANCESC TORRALBA - Director de la Cátedra Ethos de la URL
La Vanguardia

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