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Tres de cada cuatro taxistas de Madrid son naturales de Castilla y León

Tres de cada cuatro taxistas de Madrid son naturales de Castilla y León

¿Sabía que si pronuncia el consabido "eh, taxi" en la capital de España lo más probable es que a su lado estacione un conductor de Castilla y León? Casi 15.700 vehículos conforman la flota madrileña del taxi y aproximadamente 12.000 los conducen zamoranos, abulenses y segovianos.

Las tres provincias, con unos 4.000 profesionales procedentes de cada una, según estimaciones de responsables del sector, alcanzan un 60% del total de taxistas en ejercicio en Madrid. Y las tres cuentan con peñas cada vez más activas a la hora de promocionar su tierra y de defender los intereses de sus asociados, muy preocupados estos días tras la aprobación en el Congreso de la llamada Ley Ómnibus.

El número de castellanos y leoneses dedicados al taxi en la capital subió como la espuma en los años 60. La gran mayoría de zamoranos que hubo de buscar nuevos horizontes lejos de sus localidades de origen a partir de la década de los 50 se dedicó al taxi o la hostelería. "Unos iban atrayendo a otros… Si alguien decía: ’Está aquí muy mal la cosa’, el amigo o familiar emigrante le aconsejaba: "Pues vente para Madrid, de camarero o de taxista, que es lo que hay", comenta el secretario de la peña zamorana, Ángel Rodríguez, de El Puente de Sanabria.

"Procedíamos de una tierra muy dura con pocas oportunidades. Hacías la mili y luego, ¿qué? Hubo un efecto llamada, sin duda, y quizá por eso casi todos somos oriundos de zonas rurales", continúa. "El taxi no te ofrecía un mal futuro, se ganaba más dinero que en la construcción y era un trabajo más cómodo", ratifica el presidente de la peña abulense, Jesús García, que nació en Hoyocasero pero se crió en Arenas de San Pedro. Jesús pasó de la hostelería al taxi, un ámbito del que valoró su estabilidad, y ahí sigue, 30 años después. "Los vecinos del pueblo y los familiares veían que a uno le iba bien y se decidían a venir, primero trabajaban como conductores y luego adquirían la licencia", relata.

"La Comunidad era una de las más deprimidas de la época y eso conllevó un importante efecto migratorio. El taxi siempre ha acogido con brazos abiertos a todos los que tienen vocación de trabajo", apunta Román Rodríguez, presidente del consejo de Administración de MMT Seguros (mutua que nació hace 75 años gracias a un grupo de taxistas) y en funciones de la Hermandad Zamorana Socio-Cultural de Industriales, Autónomos, Profesionales del Taxi y otras Actividades.

Los zamoranos constituyen el colectivo más importante y, entre ellos, los sanabreses son los más numerosos. De esa zona es Francisco Fernández –natural de San Román–, que preside la peña desde su creación en 2005. "Hace años, evoca, en el mes de agosto la comarca se llenaba de taxis madrileños, ahora ya no porque vamos en coches particulares". Santa Colomba y San Martín de Castañeda son las dos principales canteras de sus compañeros de profesión. "Lo normal es que haya al menos un taxista de cualquier pueblo del área", refiere. El objetivo de la agrupación que lidera es mantener las costumbres y tradiciones de Zamora, además de participar en los asuntos relacionados con el taxi y de fomentar el contacto entre paisanos.

La peña firmó el año pasado un convenio con el Ayuntamiento zamorano para promocionar la provincia, aunque Francisco afirma que se hacía mucho antes de que existiera el acuerdo. "Los zamoranos hacen patria donde estén, nuestra tierra se conoce más por el boca a boca que por los esfuerzos turísticos que se han llevado a cabo". Sus 420 socios celebran al menos dos cenas anuales, en Madrid y Zamora, y organizan viajes, explica en la cafetería Los Timples, sede del colectivo.

También en un bar se reúne la peña de taxistas abulenses, fundada hace seis años con carácter, como señala su presidente, "deportivo y cultural" y como "punto de referencia de los taxistas de Ávila en Madrid". En estos momentos la conforman 160 personas, entre las que hay algún que otro salmantino. Además de comidas y excursiones celebran un importante campeonato de calva, juego autóctono abulense, y colaboran en el estudio de la epilepsia profunda con una ONG del instituto San José. Jesús se congratula de la buena relación que mantienen con las instituciones de su provincia.

"Somos de interés para ellos y también para la Comunidad", comenta antes de poner de relieve la consideración que muestran autoridades regionales de autonomías como la gallega hacia su peña del taxi en Madrid. El responsable no se queja de falta de apoyo pero sí cree que la Junta debería aprovechar la influencia que tienen los taxistas de la región en la capital. "Estaríamos encantados de difundir los atractivos de Castilla y León", apunta. Ya lo hacen con los de su provincia, como prueba el hecho de que los tickets que entregan a los clientes lleven en su parte trasera desde hace un año el anagrama de la peña, las murallas y la web de Turismo de Ávila.

Sus colegas zamoranos presumen además de haber contribuido "de forma activa y directa a la importante transformación del taxi madrileño", que acaba de cumplir 100 años. "Sus raíces vienen prácticamente de Zamora, fuimos los impulsores y con el tiempo se sumaron otras provincias. Cuando en los 60 Madrid tenía unos 5.000 coches, 3.000 pertenecían a zamoranos", recuerda Ángel Rodríguez.

El peso de los grupos de la región en la toma de decisiones ha sido importante, concede Francisco Fernández. "Nos consultan y se nos tiene en cuenta. Colaboramos y apoyamos iniciativas pero en temas políticos los interlocutores son los sindicatos". Las peñas son, además, una buena plataforma para futuros dirigentes del mundo del taxi, opina Ángel. "Las instituciones más representativas de nuestro sector han estado y están lideradas actualmente por castellanos y leoneses", abunda por su parte Román Rodríguez. La Federación Profesional del Taxi tiene a un abulense como cabeza visible y el vicepresidente de la peña de Ávila, Diego Vaquero, nacido en Navasequilla, es una de las voces autorizadas del sindicato, segundo en importancia en el sector.

Diego, que llegó a Madrid con cinco años y acabó, "de rebote", en el mundo del taxi hace 22, había perdido su vinculación con la provincia antes de sumarse a la peña. Ahora, en cambio, tiene mucho más contacto con sus paisanos y ha vuelto a apreciar, asegura, esas raíces que conservaba algo olvidadas. Al haber pasado su infancia y adolescencia en Madrid sus inicios como conductor no fueron tan duros como los de aquellos recién llegados que tuvieron que aprender a moverse en la gran capital. "Los primeros días al volante casi no conocía ni la Gran Vía, así que preguntaba a los viajeros", rememora por ejemplo el taxista abulense Valentín Jiménez.

"Procedemos de un territorio con muchas necesidades y eso nos ha hecho aguzar el ingenio", apunta Ángel, que, cuando empezaba, escuchó más de una vez: "¿Es nuevo? No se preocupe, yo le digo por dónde". "Los clientes ayudaban y la circulación era mucho más cómoda que ahora. No se me olvidará una de mis primeras carreras. Montaron dos extranjeros en López de Hoyos y me pidieron ir a un restaurante en la calle Don Pedro. No tenía ni idea de dónde estaba y ellos no me entendían. En un semáforo le digo a un compañero que se pone a mi lado: ’¿La calle Don Pedro?’. Y me indica: ’Bailén’. ’Ah, ya’, le contesto, para no liarla. Cuando me encuentro a otro le pregunto: ’¿Para Bailén?’. Me mira y me suelta: ’¡Cómo andas, macho! Está en el centro’. Tardé muchísimo en llegar después de haber pedido ayuda a varios colegas y creo que dejé a los pasajeros lejos de su destino". "Claro, la gente se quejaba de que los taxistas les daban vueltas y de que si les comentaban algo al respecto se encontraban con un: ’¿Es que me quiere enseñar a mí Madrid?’ Pues sí, la verdad es que cuando empezabas bien podían enseñarte", ríe.

Lo que sí valora el cliente, comentan zamoranos y abulenses, es la seriedad de los castellanos. "No tenemos prácticamente reclamaciones", afirma Jesús. "Hay personas que quieren charlar y otras no y eso hay que tenerlo en cuenta, los móviles han limitado mucho el contacto", expone Francisco. "Ahora hay menos diálogo con el conductor", asevera Valentín. ¿Una unión regional les daría más fuerza? No la descartan. De hecho, admiten haber tenido conversaciones para crear una confederación.

"¿Por qué no?», señala Ángel. «Está dentro de la lógica", secunda Francisco. También admite contactos al respecto Jesús: "Tendremos que llegar a sentarnos un día para ver cómo colaborar juntos de cara a hacer cosas que satisfagan nuestro sentimiento de castellanoleoneses". Porque, además, como reconoce el presidente de la peña de Ávila, juntos tendrían mucha más influencia. Diego también está de acuerdo: "Tiene que llegar a ocurrir y sería muy importante el impulso de la Junta en este sentido".

María Martínez, El Mundo

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