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La crisis es de modelo. La salida a la crisis exige de un cambio de modelo

La crisis es de modelo. La salida a la crisis exige de un cambio de modelo

Cuando se hace mención a la actual situación de crisis económica, extendida prácticamente por todo el planeta, puede hacerse desde un punto de vista que tome como imagen las muñecas rusas que están una dentro de otra.

La primera muñeca, la que esta en el interior profundo de la crisis, su origen, ha sido una crisis bancaria de ámbito internacional derivada de la extensión de la desconfianza entre las instituciones financieras.

Esa desconfianza generalizada tuvo su base en el pinchazo de la burbuja inmobiliaria vivido en California hace casi dos años. Pero lo importante es que la difusión de los efectos de ese pinchazo local al conjunto del sistema financiero internacional fue posible porque se había extendido un procedimiento que no puede calificarse si no de estafa: se habían hecho pasar por productos financieros solventes hipotecas de dudoso cobro, las conocidas como hipotecas NINJA (concedidas a personas que no tenían ingresos, trabajo ni avales). Cuando el 21 de Junio de 2007 el banco de inversión estadounidense Merrill Lynch decide desprenderse de la inversión de 800 millones de dólares que tenía en dos Fondos de Alto Riesgo del banco Bear Stearns no podía suponer que iba a generar el cataclismo de todo el sistema financiero mundial. La subasta del valor de esas inversiones por Merrill Lynch puso de manifiesto que el valor que el mercado estaba dando a algunos productos financieros estaba muy sobrevalorado, ya que Merrill Lynch apenas obtuvo una quinta parte de su valor nominal. Hasta esa fecha se habían vendido unos bancos a otros cestos de manzanas podridas, eso se podía hacer siempre que nadie levantará el paño de la cesta y viera que las manzanas estaban podridas, que es lo que hizo Merrill Lynch poniendo en evidencia la elevada sobrevaloración de activos que había en los balances de la mayor parte de los bancos de inversión. Esta certidumbre sobre el verdadero valor de mercado de esos productos financieros obligaba, según las normas contables estadounidenses, a que numerosas instituciones financieras estadounidenses, más de trescientas han recibido algún tipo de apoyo del gobierno hasta la actualidad, que reajustar a la baja el valor de similares activos inmobiliarios, o de productos derivados basados en esos activos inmobiliarios, en sus balances, ya que, de pronto, su valor de mercado era muy inferior al recogido en sus balances.

Esto supuso que muchos de estos intermediarios financieros tuvieran que reconocer enormes perdidas de la noche a la mañana, lo que ha obligado al gobierno de EE.UU., y de algunos otros importantes países europeos como el Reino Unido, a una profunda intervención en el sistema bancario, incluso procediendo a su nacionalización, para evitar el colapso del sistema. Estas intervenciones públicas se han intentado coordinar en el G-20 para no generar una situación de pánico global.

La modificación de las normas contables de los activos por parte de la Consejo de Normas Contables Financieras de EE.UU. (FASB), justo cuando se reunía el G-20 en abril Londres, pueden ser un importante paso para permitir ver la salida al túnel de la crisis financiera. Pero las autoridades europeas, y el Consejo de Normas Internacionales de Contabilidad (IASB), deben actuar en consecuencia para que ese cambio contable de los activos tóxicos en EE.UU., que supondrá un alivio en los balances de bancos y empresas, no implique una situación de desventaja de las empresas europeas, como ya manifestaron los ministros de economía de la UE en la última reunión del Ecofin.

2.- La segunda muñeca, derivada de la anterior en la medida que la fuerte restricción del crédito causada por la crisis bancaria ha conllevado una contracción de la inversión y el consumo, es la crisis macroeconómica de los principales países desarrollados, que esta suponiendo un grave deterioro de su situación económica, y que también esta teniendo importantes repercusiones negativas en muchos países emergentes.

Los plazos de salida de esta crisis tienen muchas más incertidumbres, ya que en muchos países desarrollados el rápido deterioro de la actividad productiva ha sido muy profundo, y posiblemente haya acelerado el traslado del eje de la economía mundial hacía Asia, y la deslocalización de parte importante de su actividad productiva,

Retomar la senda del crecimiento económico sostenido de los últimos años va a requerir un importante esfuerzo inversor del sector público, que en la zona euro ha puesto en cuestión el propio Plan de Estabilidad que dio lugar al euro.

Las posibilidades reales que tengan los diferentes estados nacionales para hacer frente a esas necesidades inversoras, sin descuidar las políticas anticíclicas de mantenimiento de la demanda a través de subsidios, serán determinantes para que la resolución de la actual situación recesiva sea más breve. El mayor endeudamiento puede ser una solución coyuntural, pero a medio plazo deberán incrementarse los ingresos fiscales, para evitar que una excesiva demanda de crédito del sector público encarezca excesivamente las necesidades de financiación de familias y empresas.

Revertir el camino emprendido por EE.UU., y por muchos países europeos incluido el nuestro, desde hace unos veinte años, de desfiscalización de las rentas del capital, y de las rentas del trabajo más elevadas, deberá figurar como elemento prioritario en el debate político de los próximos meses.

3.- La tercera muñeca es resultante de esa crisis macroeconómica global. Estamos asistiendo a una fuerte crisis social en numerosos países derivado de un incremento exponencial del desempleo, lo que esta suponiendo la perdida de bienestar de millones de personas en el mundo.

Desgraciadamente la recomposición de un nuevo tejido empresarial sobre bases más sólidas no será tarea facial, sobre todo en países, como el nuestro, donde el peso de la actividad inmobiliaria en el crecimiento económico era desmesurado.

Para ello se requerirán importantes esfuerzos inversores públicos y privados que tengan como norte la modificación del actual modelo productivo.

En España los salarios han venido perdiendo peso en la renta nacional, pasando del 55% al 52% en el periodo 2000-2007, a pesar de la fuerte creación de empleo experimentada en ese periodo. Ello ha sido debido a que la fuerte desregulación del trabajo, vía incremento de la precariedad, ha reducido los salarios y ha empeorado las condiciones de trabajo de millones de trabajadores que se han incorporado al mercado de trabajo.

Un país cuya estructura empresarial base sus expectativas de beneficios en unos bajos salarios es un país condenado a un empobrecimiento progresivo, ya que para que una adecuada política de innovación tecnológica obtenga resultados tangibles es imprescindible que los salarios sean elevados. Mientras los salarios sean bajos los altos beneficios empresariales estarán garantizados, sin que los empresarios tengan que preocuparse, ni por la calidad, ni por la diferenciación, ni por la innovación de sus productos.

En Alemania, uno de los países europeos que más recursos destinan a la innovación, y que más resultados obtiene de ese esfuerzo, como demuestra el sesgo exportador de su industria, los sindicatos han venido defendiendo tradicionalmente que los incrementos salariales debían recoger parte de los incrementos de la productividad obtenidos, es decir aumentos salariales muy superiores al incremento de la inflación. Y los sindicatos alemanes han sido un claro ejemplo de corresponsabilidad en la gestión de las empresas, a escala micro, y del conjunto de la economía, a escala macro, gracias al impulso de una potente legislación de participación de los trabajadores en la empresa y al desarrollo de una economía social de mercado.

4.- Y por último hay una crisis ideológica, ya que los parámetros sobre los que se sustentaban las reglas de economía de los países más ricos ha saltado hecha añicos. La primacía de lo mercantil sobre lo público, del capital sobre el trabajo, del capital financiero sobre el capital productivo, ha demostrado que es un modelo insostenible, incapaz de mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la población del planeta.

La desregulación de los mercados de capitales a escala mundial ha hecho que casi hayan desaparecido los costes de la propensión al riesgo del capital, y por tanto ha incentivado que los movimientos financieros especulativos hayan crecido exponencialmente, generando la llamada economía de casino. Pero esa misma desregulación ha sido la causante de que una pequeña contaminación del sistema originada en el mercado inmobiliario de California haya llegado casi a colapsar el sistema financiero mundial. Porque regular debe entenderse como encauzar, no como poner barreras, cuando las crecidas de los ríos no encuentran cauces bien claros arrasan todo lo que encuentran a su paso.

Esta progresiva desregulación de los mercados financieros durante los últimos veinte años, ha generado una posición cada vez más subalterna del trabajo frente al capital. La creciente facilidad con la que el dinero entra y sale de las empresas, y de los países, ha hecho que el riesgo inherente a las actividades empresariales, y por tanto los costes derivados de los errores de gestión hayan recaído cada vez más en los trabajadores, a través del incremento del desempleo, el descenso de los salarios reales, o el deterioro de las condiciones de trabajo.

Parece, por tanto, evidente que las soluciones que se barajan a la actual crisis financiera internacional pueden ayudar a resituar el peso del trabajo en la actividad económica, después de dos décadas, tras la caída del Muro de Berlín, en las que hemos asistido al predominio casi absoluto, no solo político si no sobre todo cultural, de las ideas neoliberales.

Ya que solo otro modelo de regulación de la actividad económica, en el que la participación de los trabajadores debe ser una pieza angular, será capaz de ofrecer: seguridad económica y jurídica para evitar que los depredadores financieros se cuelen por los agujeros de las redes poniendo en peligro inversiones, empresas productivas, el empleo y las condiciones de vida de millones de ciudadanos; seguridad laboral, entendida como ofrecer seguridad en el empleo, en las condiciones de trabajo, limitando la creciente precariedad de los mercados de trabajo, y también en los ingresos a percibir por los trabajadores durante la enfermedad o la jubilación; y seguridad medioambiental, de forma que podamos transmitir el planeta a nuestros hijos, al menos, en similares condiciones a como lo recibimos de nuestros padres.

Para responder a todas estas incógnitas y desafíos hemos solicitado la opinión de un amplio número de economistas del ámbito de la universidad y del sindicato, que nos han ofrecido sus respuestas.

Bruno Estrada López
Director de Estudios de la Fundación 1º de Mayo.
Cuadernos de la Fundación 1º de Mayo

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