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Se les averió el sentido común

Se les averió el sentido común

Al presidente del Gobierno le gusta equiparar la economía familiar y la economía nacional. Presumiendo de sentido común, suele asegurar que el Estado no puede permitirse gastar más de lo que ingresa, como tampoco lo puede hacer una familia. Presentada con ese envoltorio de lo razonable, la analogía parece una obviedad, pero es una falacia. Primero, porque la macroeconomía no se puede trasponer a la pequeña administración familiar con esa ligereza. Segundo, porque las familias sí se endeudan, de lo contrario no podrían adquirir un bien como la vivienda. Tercero, porque gastar no es lo mismo que invertir y si nadie hubiera invertido en carabelas, Colón aún estaría esperando para zarpar hacia América. Por último, no está de más recordar que la mayor parte de la deuda española es privada -de familias y empresas- y no pública: no conviene dar ejemplo con un mal ejemplo.

El debate sobre el copago farmacéutico se nos presenta ahora también falseado, pretendiendo hacernos creer que hemos de elegir entre la opción del Gobierno -que paguen más medicinas los jubilados con mayor pensión- u otra peor, temible, inenarrable: que todos acabemos apoquinando para ir a la consulta del médico, a las urgencias o al quirófano. Con esos terrores, a cualquiera le dan la razón.

No se trata de cambiar la respuesta -y decir “no” al copago farmacéutico sin más-, sino de modificar la pregunta, algo mucho más complicado. La que urge formularse es si han de pagar medicinas los pensionistas o se deben suprimir las diputaciones. Dicho en toda su extensión: si preferimos eliminar el gasto superfluo y duplicado del Estado, antes de mencionar siquiera la Sanidad. Si queremos acabar con el gasto en amigantes y el tinglado del poder bipartidista, antes de considerar recortes en Educación. Si no sería más razonable perseguir de verdad el fraude fiscal, antes de suprimir la inversión en I+D+i.

La elección parece tan obvia que produce sonrojo escribirlo. Pero ante la evidencia de que el sentido común no le alcanza a Rajoy, se lo pongo en su lenguaje: cualquier familia en sus cabales vendería un coche y compartiría el otro antes de racionarle las aspirinas a la abuela con la coartada de que sufre jaquecas por encima de sus posibilidades. No se pueden dejar intactos los grandes problemas, mientras se obliga a los ciudadanos a pagar más para recibir cada vez menos, hasta que lleguemos a pagar todo a cambio de nada.

Irene Lozano para El Confidencial

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