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Lo siento, pero...

Lo siento, pero...

Que le hayan otorgado el Premio Nobel de la Paz a Barak Obama es tan sorprendente como lo sería dar el cum laude a quienes explicara de la forma más convincente lo bien que va a hacer el examen de fin de carrera sin que tuvieran la necesidad de presentar la tesis y demostrar sus conocimientos. Eso es lo que ha ocurrido con el Nobel y con Obama: le han premiado porque parece que va a hacer cosas importantes, cosas merecedoras de ese Nobel que hoy le han concedido. Lo cual no deja de ser bastante deprimente.

Entre los galardonados con el premio  en el pasado podemos encontrar a personalidades como Willy Brandt, la Beata Teresa de Calcuta o Nelson Mandela, sin contar a los Presidentes norteamericanos  Woodrow Wilson o Theoodore Roosvelt. He de decir que me ha resultado sorprendente la noticia. Tan sorprendente que al principio creí que era una alerta broma. Porque  lo normal es que el Premio sea otorgado a alguien que ha hecho algo más que promesas; que sea el Nobel, y no un premio para noveles. Sin embargo, tal parece ser la necesidad de sueños que nos hagan sobrevolar la triste realidad, que se ha premiado a   Obama por lo que promete hacer en el futuro. En vez de premiar los logros han premiado la capacidad para generar esperanza. Pero, siendo muy necesaria la esperanza en el mundo actual , ¿es el Nobel un premio para estimular a la acción o un galardón otorgable a quien ya ha demostrado algo en la vida?

Me niego a creer que no haya hombres y mujeres en el mundo que se han ganado a pulso este reconocimiento. Claro que ninguna de esas personas  es tan mediática, tan estrella como Obama, su mujer y sus niñas.  Ninguna de ellas multiplicaría el tráfico en google nada más ser elegida; ninguna de ellas abriría los informativos de todas las cadenas del mundo si hubieran sido agraciadas con el galardón. Business es business ... Premiar a Obama es aferrarse a un sueño, a una fantasía, a una incógnita a un suponer; pero, no nos engañemos:  también es una manera de hacer negocios.

Aunque quizá lo que ha ocurrido sea, también,  un síntoma de decadencia de nuestra sociedad. Cuando la prensa llega tan cargada de basura, de estafas, de tramas  cruzadas (el Gürtel llegando a Moncloa, el Consejo General de la Abogacía pidiendo la anulación de las escuchas), de jueces que actúan a destiempo (qué me dicen de la Audiencia Nacional tratando de imputar AHORA a Otegui por el Mitin de Anoeta de 14 de noviembre del año 2004)... puede que alguien haya llegado a pensar que soñar es lo único que nos queda. Pero yo sigo pensando que mejor hubiera sido  que esos señores tan serios y tan pomposos hubieran reconocido méritos reales en vez de apuntarse a lo políticamente correcto y premiar a un hombre poderoso cuya candidatura al Nobel fue presentada diez días (el plazo se terminaba el 1 de febrero y Obama fue elegido  el 20 de enero) después de ser elegido Presidente de los Estados Unidos de América. Unos visionarios, oigan. Y unos pelotas.

Lo siento, pero este Nobel me parece una estafa al esfuerzo humano y al sentido común.
 
Rosa Díez

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