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Tres poderosas razones por las que las empresas deberían promover la siesta

Tres poderosas razones por las que las empresas deberían promover la siesta

El calor aprieta. Muchos compañeros de trabajo se han ido de vacaciones, pero tú sigues en la oficina. Después de comer, los párpados se caen y no hay manera de concentrarse. La siesta te llama, pero dormirse encima de la mesa no parece una buena idea. Aunque, de hecho, lo sea.

Los científicos han comprobado en numerosas ocasiones las bondades de una siesta corta en nuestro devenir cotidiano y hay estudios que, además, insisten en que la siesta debería promocionarse en los centros de trabajo, pues haría que los empleados rindieran más a lo largo de la tarde. No en vano, compañías como Nike o Deloitte animan a sus trabajadores a echarse una pequeña siesta después de comer. Por desgracia, son casos excepcionales. Estos son los cuatro motivos por los que tu jefe debería dejar que te echaras la siesta.

1. Nos ayuda a procesar la información

Tras una mañana de intenso trabajo, sobre todo cuando estamos haciendo alguna tarea novedosa, es difícil retener todo lo que hemos aprendido. La información es abundante y es difícil quedarse con todo, pero es más sencillo si nos echamos una siesta. Según un grupo de investigadores de la Universidad de Lübeck, en Alemania, la siesta puede ayudarnos a retener información que de lo contrario quedaría en el limbo de nuestro cerebro.

Como han demostrado los neurólogos en investigaciones anteriores, nuestras memorias más recientes se almacenan en el hipocampo, donde no permanecen mucho tiempo. Sólo almacenamos aquellas que consideramos importantes cuando las reactivamos y pasan al neocórtex, que vendría a ser el disco duro de nuestro cerebro.

Los investigadores alemanes, que publicaron su hallazgo en 2011 en la revista Nature Neuroscience, pidieron a un grupo de voluntarios que trataran de memorizar una serie de imágenes, poemas y ecuaciones algebraicas.Los sujetos que se echaron una siesta de 40 minutos tras el ejercicio recordaron lo aprendido un 85% mejor que aquellos que se mantuvieron despiertos.

2. Aumentan la creatividad

¿Te faltan ideas? Según un equipo de neurólogos de la Universidad de Georgetown las siestas hacen que aumente la creatividad, o al menos crece la actividad de la zona del cerebro que se asocia a ésta mientras estamos tomándolas: el hemisferio derecho, para la mayor parte de la gente. Los investigadores realizaron escáneres cerebrales a 15 personas mientras tomaban la siesta y todas ellas mostraron una mayor actividad en este hemisferio, lo que podría explicarse debido a la consolidación de memorias de las que tambuén habían tomado nota los investigadores alemanes.

El doctor Jonathan Friedman, coautor del estudio, explicó en la presentación del mismo que “las nuevas evidencias científicas sugieren que las siestas, incluso las más cortas, hacen que mejore significativamente la función cognitiva”.

3. Nos hace más productivos

En su libro Take a Nap! Change Your Life (Workman Publishing) la psiquiatra Sara Mednick, profesora de la Universidad de California en San Diego, insiste en que una siesta a tiempo en el trabajo puede hacer que aumente significativamente la productividad de los empleados. En su opinión, la siesta es la mejor manera de recuperar el tiempo de sueño que no hemos tenido por la noche, pues muchas personas no duermen ocho horas. Pero no es sólo útil para la gente que no duerme todo lo que debiera. Todo el mundo puede beneficiarse de una siesta, pues esta hace que nos reactivemos y cojamos la tarde con fuerza, sin arrastrar el cansancio de la mañana.

La clave para echarse la siesta en el trabajo, explica Mednick en su libro, reside en que ésta no supere los 20 minutos de duración. Lo ideal es acostarse después de comer, en un sitio en el que nadie vaya a molestarnos, ya sea una sala vacía o, en su defecto, nuestro coche. Es importante que no entremos en la fase de sueño profundo, propia del descanso nocturno, y responsable de la enorme pereza que sucede a las siestas que pasan de la media hora. Si seguimos esta regla, asegura la psiquiatra, estaremos como nuevos.

Parece ser que en la duración del sueño está la clave, y hay quien cree que la siesta ideal debe ser aún más pequeña. En 2006 un equipo de psicólogos australianos estudió en laboratorio los beneficios de las siestas de 5, 10, 20 y 30 minutos. Sus conclusiones fueron claras: la siesta ideal es de 10 minutos. Mientras que un sueño de cinco minutos no presenta apenas beneficios, dormir 10 minutos produce mejoras inmediatas en la fatiga, el vigor y el rendimiento cognitivo, que se mantienen durante los siguientes 155 minutos. El resto de siestas producen también estos beneficios, pero aparecen más tarde. Si la siesta es de más de 30 minutos el cuerpo entra en sueño profundo y hay un periodo en que tenemos menor capacidad de atención y rendimos menos.

El Confidencial

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