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Año tenebroso a la vista

Año tenebroso a la vista

Se inicia el nuevo año con un torrente de subidas de precios y tarifas encabezadas por la de la electricidad con un diez por ciento que se suma a la del ocho por ciento del año recién terminado, en ambos casos muy por encima del IPC. Un Gobierno desacreditado y en caída libre ha optado, otra vez, por no enfrentar decididamente un problema complejo pero resoluble pero en el que ha de luchar con poderosos intereses como son los de las eléctricas. Está pendiente la gran cuestión de ver, de una vez y cómo han señalado voces autorizadas, qué hay de verdad en ese famoso déficit multimillonario de tarifa. Algo extraño hay cuando esas compañías oligopolistas siguen con multimillonarios beneficios, con sueldos disparatados a sus máximos ejecutivos y con parte importante del sector (hidroeléctricas y nucleares) con inversiones superamortizadas. El Gobierno ha tenido siete años para resolver este asunto. No lo ha hecho y opta, una vez más, por lo más fácil aunque peor socialmente.

El año se cierra con una inflación cercana al tres por ciento. ¿Nos acercamos a la muy temida situación de estancamiento con inflación? Hoy parece poco probable aunque las subidas recién aprobadas no tranquilizan. En cualquier caso, un repunte inflacionista supone pérdida de la competitividad, algo decisivo de cara a la exportación, tan mentada últimamente como bálsamo para todos nuestros males. Repunte inflacionista no achacable a los salarios que, en su gran mayoría, perdieron poder adquisitivo en 2010, tendencia que seguirá en este año que empieza.

Todo esto supone además palos terribles para los más desprotegidos de la sociedad española, una sociedad cada vez más injusta. Nivel altísimo de paro, más un millón de familias con todos sus integrantes sin empleo, un tercio de familias que pasa enormes dificultades para llegar a fin de mes, cerca de un veinte por ciento de la población en o con riesgo de pobreza o exclusión social, millones de pensionistas con pensiones miserables, aumento de los “sin hogar”, demanda creciente en Cáritas y organizaciones similares. Todo esto parece demagogia pero es la cruda realidad, la demagogia de los hechos que están ahí para quien quiera verlos. Como siempre, los costes de la crisis se reparten muy desigualmente porque la lógica de una recuperación probable exige trasvase de riqueza y renta de unos sectores, los más, a otros, los menos.

El problema es que la situación no presenta signos de mejora, todo lo contrario. Este año el crecimiento de la producción será de poco más de medio punto por ciento y no se creará empleo. Las tensiones sociales previsiblemente crecerán, incluso en una sociedad anestesiada y desestructurada como la española, incapaz de movilizarse. Al menos hasta ahora. Tenemos por delante una larga travesía del desierto (el exoptimista de La Moncloa habló el otro día de cinco años), una economía instalada en la temida “L” que nos asegura reptar en el fondo durante varios años, cinco o más. Ya llevamos tres. Cuando hace no muchos meses, el Gobierno hablaba de “brotes verdes” y de que “ya hemos tocado el fondo”, algunos añadíamos que efectivamente lo hemos tocado pero allí seguiremos un largo tiempo. Ojalá nos equivoquemos.

Luis de Velasco para Republica.es

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