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Un otoño preocupante

Un otoño preocupante

Decir que la economía mundial se encuentra en una situación de fuerte incertidumbre se ha convertido en un lugar común tanto entre los economistas como entre los políticos.

Los datos que se han ido conociendo a lo largo de las últimas semanas son, en efecto, poco claros y, a menudo, contradictorios. Parecía que la economía norteamericana iba a ser la primera en salir de la crisis; pero las perspectivas de los Estados Unidos han empeorado de forma notable y Alemania, en cambio, está empezando a crecer por encima de lo esperado. Hay dudas todavía sobre la solidez de esta recuperación. Pero es evidente que se trata de un dato positivo, que contrarresta, en cierto grado, las malas noticias que vienen del otro lado del Atlántico.

Esta incertidumbre se extiende, desde luego, a la economía española. Pero aquí las malas noticias claramente predominan y la mayoría de los analistas prevén no sólo un final de año difícil, sino también un 2011 poco esperanzador. Y esto contrasta con unas perspectivas más optimistas, no sólo para Alemania, sino para la zona euro en conjunto.

Mientras Europa parece haber dejado atrás la recesión, parece que España no sólo tendrá este año una tasa interanual de crecimiento negativa, sino que el último trimestre será peor que los dos primeros, que registraron unas tasas de crecimiento intertrimestral anémicas de apenas una y dos décimas de punto porcentual. Esto significa no sólo problemas en el corto plazo, sino también que se rompe la tendencia de convergencia creciente de la renta per capita española con la media europea. Y todo indica, por desgracia, que los resultados relativos van a empeorar de nuevo en 2011.

Si hubiera que elegir una sola variable para mostrar la difícil situación de nuestra economía, la mayoría de los economistas se inclinarían, seguramente, por el paro. Con un 20,3% de desempleados, de acuerdo con los últimos datos de Eurostat, España tiene, con diferencia, la peor tasa de la eurozona, el doble de la media de la región y casi el triple que la tasa alemana. Y lo más preocupante es que se ve muy lejana cualquier recuperación sólida del empleo en nuestro país.

Pero ¿no pueden encontrarse también datos positivos en esta triste situación en la que nos encontramos? Algunos hay, ciertamente en el sector financiero. Los bancos españoles superaron en su día con buenos resultados las pruebas conocidas como tests de stress. Pero los problemas siguen existiendo. Los datos de la AEB, hechos públicos hace sólo unos días, y los del Banco de España indican que la banca comercial está soportando relativamente bien un año tan duro como el 2010.

Pero es importante señalar que son sus operaciones en el exterior las que han generado casi la mitad de los beneficios del primer semestre. Y que los activos de algunos balances siguen planteando dudas. Las Cajas, que se centran en un grado mucho mayor en el negocio nacional, lo están pasando bastante peor. Y los mercados no ven claro cuáles van a ser los efectos finales de las peculiares fusiones que se han llevado a cabo, en las que los criterios de negocio y solvencia no han sido siempre los que han guiado estos procesos.

Deuda del Tesoro
La amenaza de que el Estado español no pudiera colocar sus emisiones de deuda en el mes de julio no se materializó, afortunadamente. Pero tampoco el panorama está claro en este punto. Por una parte, el diferencial con el bono alemán, que llegó a reducirse de forma significativa, ha vuelto a crecer en los últimos días.

Y en el momento de escribir estas líneas la prima de riesgo de la deuda española ha alcanzado ya los 195,9 puntos básicos, mientras el precio de los seguros de impago ha llegado a 246,9. Y, lo más importante, la colocación de la deuda se ha conseguido en buena medida gracias a la barra libre del Banco Central Europeo, que sigue prestando a los bancos españoles con la garantía de los títulos de su propio Estado.

Y esta es la deuda formalizada en títulos. Pero a nadie se le oculta que sobre el sector público español –especialmente sobre la administración local– planea una crisis de falta liquidez que va a hacer muy difícil que puedan atender a sus pagos ordinarios y, en algunos casos, incluso a la nóminas de sus funcionarios. Algo habrá que hacer. Y con una quinta parte de la población activa en paro va a ser muy difícil conseguir que la recaudación aumente de forma significativa, a pesar de las subidas de impuestos que ya han tenido lugar… y las que nos esperan.

Lo más positivo de estos últimos meses puede haber sido que el Gobierno español finalmente se vio forzado a tomar algunas de las medidas que la economía española requería desde hace mucho tiempo. Como ocurre con frecuencia con gobiernos poco responsables, el protectorado al que se ha sometido a nuestro país ha conseguido que los mercados internacionales nos vean hoy con un poco más de confianza. Pero cuando quien tiene que aplicar las medidas no cree en ellas, el futuro suele ser bastante oscuro.

Francisco Cabrillo

Expansión

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