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Ante la crisis económica

Ante la crisis económica

Sólo una reforma profunda en el modelo de crecimiento permitirá a la gente joven salir de la inferioridad laboral en que se encuentra en la actualidad.

LAS DEFICITARIAS condiciones de trabajo de la población joven en una España en recesión económica son fruto de un modelo productivo agotado, incapaz de generar empleo estable y de calidad, que garantice tanto su incorporación al mercado laboral, como la posibilidad de desarrollar un proyecto de emancipación. Las elevadas tasas de desempleo (1) y la marcada temporalidad en la contratación dificultan no sólo el acceso a la vivienda, sino la primordial necesidad de protección social (2). La gente joven resulta la más damnifica por la crisis, agravándose si se trata de chicas y/o inmigrantes. Sin embargo, el Gobierno ha anunciado una serie de medidas para: “El mantenimiento, la generación de empleo y la protección de las personas desempleadas” que no sólo tienen un carácter cortoplacista, sino que no ayudan a conseguir los tres objetivos que se plantean en su propia definición de cara a la gente joven. Es más, algunas de ellas claramente les perjudican, como son las bonificaciones de las cuotas de la seguridad social para las empresas que contraten a personas que cobran el desempleo o bonificando en mayor porcentaje las contrataciones a tiempo parcial. En el primer caso, los y las jóvenes juegan en desventaja para ser contratados, puesto que tienen dificultades de cotización para cobrar el paro; en el segundo aspecto, el incentivo a los contratos a tiempo parcial -cuya utilización masiva en jóvenes y mujeres ha constituido un elemento determinante de desigualdad frente al empleo- no hará sino agudizar aún más su tendencia a la precariedad.

Comisiones Obreras plantea, sin embargo, una serie de medidas de contenido estructural y mayor recorrido, que posibiliten el cambio hacia otro modelo productivo y permita crear un tejido productivo más estable y de mayor calidad.

El cambio de modelo productivo debe girar hacia nuevos sectores -como aquellos ligados al medio ambiente, las energías alternativas o proyectos de I+D+i- que facilitarían una mejor adaptación al mercado de trabajo de una gran masa de recién titulados superiores y universitarios que han venido siendo contratados por debajo de su cualificación profesional. Además se deben acometer nuevos programas de inversión pública, tanto en lo que se refiere a la dotación de infraestructuras físicas como tecnológicas. El desarrollo de políticas sociales que garanticen el Estado de bienestar, por ejemplo implementando los servicios que garanticen la aplicación de la ley de atención a la dependencia, constituye otra fuente de generación de empleo estable.

Ampliar y mejorar la protección por desempleo debe ser una prioridad, deben estudiarse fórmulas adecuadas que permitan superar los requisitos de edad o cargas familiares para obtener subsidios (renta activa de inserción) o reactivar el uso de los contratos formativos (en prácticas, de relevo…), entre los que se encuentra el contrato para la formación (que debería cotizar por desempleo). Paralelamente es necesario reorientar la actuación de los Servicios Públicos de Empleo para que éstos permitan itinerarios personalizados de inserción laboral y sean un instrumento más efectivo para la búsqueda de trabajo de la población joven.

Finalmente, se hace necesaria una reforma del sistema educativo y de la formación que permita vincular mejor la educación con el mercado laboral. Hay que abordar problemas estructurales como son el fracaso y el abandono escolar (que alcanzan el 30%) y prestigiar la formación profesional, que se ha revelado como la gran generadora de empleo, con una amplia oferta en diferentes niveles de conocimiento, capaz de adaptarse a las necesidades del mercado. Sólo una reforma profunda en el modelo de crecimiento permitirá a la gente joven salir de su inferioridad laboral, casi endogámica.

Cristina Bermejo es secretaria de Juventud de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras.

(1) En los últimos doce meses el paro juvenil ha subido un 63%, situándose en una tasa superior al 23%.
(2) El 65% de la juventud trabajadora tiene contratos inferiores a 6 meses de duración y, por tanto, cortos períodos de cotización a la Seguridad Social, lo que les imposibilita acceder a las prestaciones por desempleo.

CCOO

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